El escarabajo bombardero
(o la
refutación de la teoría de la
evolución)
Réplica al
gradualismo de Darwin
Si se pudiese
demostrar que existió un órgano complejo que no pudo haber
sido formado por modificaciones pequeñas, numerosas y sucesivas, mi teoría se
destruiría por completo; pero no puedo
encontrar ningún caso de esta clase.
Charles Darwin.
El origen de las
especies.
Por Juan Carlos
Monedero (h)[1]
ÍNDICE
–Introducción
–La teoría de la evolución: el
gradualismo
–La
realidad: la maravilla del escarabajo bombardero
–El
contraste entre la realidad y la teoría
–Conclusión
Introducción
No sería justo comenzar este artículo sin un expreso agradecimiento al Padre Carlos
Baliña por habernos enseñado sobre este simpático insecto: el escarabajo
bombardero.
Hace muy poco la difusión de la película Dios no ha muerto hizo renacer en
algunos círculos el debate sobre la enseñanza de la ciencia, el origen del
hombre y el papel de la religión en torno a estos temas tan pero tan discutidos.
Hablaremos en este artículo, pues, de los seres vivos, de los insectos, de la
ciencia de la Biología
y de la teoría de la evolución.
Como introducción al tema, cabe explicar ciertos
conceptos fundamentales.
Se trata de ideas
clave que hacen posible entender de qué estamos hablando y dónde estamos
parados.
Toda teoría o formulación científica es, en primer lugar, una
explicación; en segundo lugar, una explicación de ciertos hechos. Se conocen ciertos hechos y luego se elaboran argumentaciones a fin de explicarlos. Explicarlos no es otra cosa que “darles
razón de ser”.
En el campo de la ciencia experimental, las teorías
pueden pasar por distintas etapas. Una vez formulada, la teoría puede ser:
–Confirmada:
lo que se observa en la realidad corresponde de manera positiva con lo que se
afirma en la teoría;
–No
corroborada: lo que se observa en la realidad no corresponde con lo
afirmado en la teoría;
–No
refutada: lo que se observa en la realidad no contradice lo que la teoría
afirma;
–Refutada:
lo que se observa en la realidad contradice lo que la teoría afirma;
Una misma teoría puede ubicarse en estas etapas
durante momentos distintos[2].
Confirmada al principio respecto de algunos sucesos, puede ser categóricamente
refutada en relación con otros. Y ahí se impone reformular la teoría o,
sencillamente, abandonarla. A su vez, una teoría puede no estar corroborada y,
al mismo tiempo, no haber sido refutada.
La idea del artículo es contrastar uno de los
elementos principales de la teoría de la evolución con la realidad; ver si este
elemento capital se encuentra confirmado, no corroborado, no refutado o
refutado.
Pues bien, uno de los pilares de la teoría de la
evolución es el gradualismo.
Pasaremos a demostrarlo.
La teoría de la evolución: el
gradualismo
Vamos a demostrar que Charles Darwin –así como también sus aliados y
objetores– entienden por “evolución” un proceso extremadamente
gradual. Pensar la evolución en estos términos fue
denominado “gradualismo”: el gradualismo
de la teoría de la evolución. Este gradualismo es la piedra angular de la
teoría.
Se llama “gradualismo” a la idea de que el proceso evolutivo ocurre de manera extremadamente lenta. La evolución es concebida como un proceso que acumula millones de cambios a lo largo de millones de años; modificaciones tan pequeñas que no podrían ser registradas si estuviésemos frente a ellas. Cambios imperceptibles. Un proceso extremadamente lento que se atribuye a la “selección natural”. Dice Darwin:
Se llama “gradualismo” a la idea de que el proceso evolutivo ocurre de manera extremadamente lenta. La evolución es concebida como un proceso que acumula millones de cambios a lo largo de millones de años; modificaciones tan pequeñas que no podrían ser registradas si estuviésemos frente a ellas. Cambios imperceptibles. Un proceso extremadamente lento que se atribuye a la “selección natural”. Dice Darwin:
Admitimos
por completo que la selección natural obra generalmente con lentitud extrema, y que puede funcionar solamente cuando
existen lugares en la economía natural de un distrito que pueden ser mejor
ocupados por la modificación de algunos de sus habitantes existentes, y cuya
existencia depende con frecuencia de cambios físicos que por lo general se verifican
de un modo muy lento, siendo
imposible la inmigración de formas mejor adaptadas.
Continúa nuestro autor:
Como
algunos pocos de los habitantes antiguos se modifiquen, las relaciones mutuas
de los otros se perturbarán, creando así lugares aptos para ser ocupados por
formas mejor adaptadas, lo cual, sin embargo, se irá verificando muy lentamente.
Por lo tanto, las diferencias entre los seres vivos no
siempre han sido de inmediata captación, como sí lo son ahora:
Aunque
todos los individuos de la misma especie se diferenciasen entre sí en algún
pequeño grado, pasaría mucho tiempo
antes de que pudiesen ocurrir diferencias ventajosas en varias partes de la
organización.
Concluye el párrafo Darwin:
la
selección natural obrará generalmente con
mucha lentitud, sólo por grandes intervalos de tiempo y en pocos habitantes
de la misma región, así como no dudamos que estos resultados lentos e intermitentes concuerdan muy bien con lo
que la geología nos dice de la manera y velocidad con que han cambiado los habitantes
del mundo[3].
El
capítulo VI del libro “El origen de las especies” está titulado Dificultades de la teoría. Allí, Charles
Darwin vuelve a subrayar el carácter gradual del proceso evolutivo. Dice, al
comienzo:
Con
la teoría de la selección natural podemos entender claramente el sentido
completo de aquel antiguo canon de historia natural: "Natura non facit
saltum", el cual no es estrictamente exacto si miramos sólo a los actuales
habitantes del mundo; pero si incluimos a todos los de los tiempos pasados
conocidos y por conocer, dentro de nuestra teoría debe ser perfectamente
verdadero.
Natura non facit
saltum significa
“La naturaleza no da saltos”. Ausencia
de saltos es una manera de decir, con otras palabras, GRADUALISMO.
Por estas razones, no hay científico evolucionista que no
sostenga que la tierra y el universo tienen millones de años de edad. Estos
millones de años empalman perfectamente con la idea de un proceso
extremadamente lento. Pues bien, esto es lo que deseábamos demostrar: no hay evolución sin gradualismo. Lo confirma el hecho
de que no sólo Charles Darwin[4] sino
los mismos neodarwinistas actuales defienden la teoría de la evolución como un
proceso causado por una enorme sucesión de micromutaciones, cada una de las
cuales produce un pequeño cambio por vez. Las mutaciones genéticas aleatorias (que
son un hecho) son identificadas por los neodarwinistas como el mecanismo que
impulsa la evolución de las especies (lo cual ya es una inferencia en base a
esos hechos). Esta identificación constituye uno de los pilares de la teoría de
la evolución en la actualidad.
Por su lado, dice el conocido militante ateo Richard
Dawkins que la evolución:
debe ser gradual cuando está siendo usada para explicar la venida a la
existencia de objetos complicados y aparentemente diseñados, como los ojos. Porque si no es gradual en estos casos,
ella deja de tener todo poder explicativo. Sin gradualidad en esos casos,
estamos de vuelta en el milagro, lo cual es simplemente un sinónimo de la total
ausencia de explicación[5].
No sólo es verdad que Darwin y los
más importantes evolucionistas actuales son gradualistas. También es muy
relevante hacer notar que quienes han criticado con mayor rigor el
evolucionismo reconocen que la teoría tiene –en su núcleo esencial– un elemento
gradualista. Pongamos el ejemplo del notable crítico del evolucionismo, Phillip
E. Johnson. A favor de considerar evolución y gradualismo como inseparablemente
unidos, Johnson dejó escrito:
Darwin se sentía particularmente ansioso
por evitar la necesidad de ningún «salto» –por el cual aparece un nuevo tipo de organismo en una sola
generación. La mayoría de los científicos creen que los saltos (…) son
teóricamente imposibles, y ello por buenas razones. Los seres vivos son
conjuntos extremadamente intrincados de partes interrelacionadas, y las partes
mismas son también complejas. Es imposible imaginar cómo las partes cambiarían
al unísono como resultado de una mutación al azar.
En una palabra (y es palabra de Darwin),
un salto es equivalente a un milagro[6].
Agrega Johnson:
Darwin rechazó de forma enfática toda
teoría evolucionista de este tipo, escribiendo a Charles Lyell que “Si yo
llegase a quedar convencido de que necesitaba tales adiciones a la teoría de la
selección natural, las rechazaría como basura… No daría un céntimo por la
teoría de la selección natural, si se precisa de adiciones milagrosas en
cualquier etapa de descendencia”[7].
En el capítulo III, Johnson cita a Darwin sobre este punto:
La selección natural puede actuar sólo
mediante la preservación y acumulación de modificaciones
infinitésimas que se heredan, cada una de ellas provechosa para el ser que
se preserva…[8].
Por lo tanto, no hay duda de que en
el pensamiento de Charles Darwin el gradualismo era un elemento capital y no
accidental de la teoría de la evolución. Esto es lo que pretendíamos demostrar. Clarificado y expuesto el presente punto -esto es, que el
gradualismo es un elemento capital y no accidental de la teoría de la
evolución-, ya podemos dejar el plano del pensamiento e
ir directamente a la biología.
La realidad: la maravilla del escarabajo bombardero
La realidad: la maravilla del escarabajo bombardero
Hablaremos ahora, concretamente, de las ciencias
naturales. Descendamos en la escala biológica y vayamos a los insectos.
Veamos el escarabajo
bombardero.
Conozcamos a este pequeño escarabajo, verdadero “pionero”
de la utilización del armamento químico. Es un insecto que habita la región del
sur de Inglaterra, cuyo nombre guarda relación con la particular forma de
defenderse: cuando se acercan sus depredadores, el bombardero les rocía en
forma sorpresiva un líquido a más de 100° C. Su defensa requiere de cuatro sustancias
químicas.
Veamos en detalle su mecanismo, descubierto en 1961
por un químico alemán llamado Hermann Schlidnecht. Este hombre descubrió la
intimidad del insecto: advirtió que el escarabajo bombardero tiene dos
glándulas que producen una mezcla líquida, dos cámaras de almacenamiento
conectadas, dos cámaras de combustión y dos tubos externos que pueden ser
dirigidos como armas flexibles en la cola del insecto. Al analizar el líquido
almacenado, Schlidnecht encontró que contenía 10% de hidroquinona y 23% de
peróxido de hidrógeno (agua oxigenada). La mezcla de estas dos sustancias
produce una reacción explosiva, que rápidamente supera los 100 grados
centígrados.
Hemos dicho que eran cuatro las sustancias y sólo
hemos mencionado dos. A esta mezcla, el escarabajo bombardero agrega otra
sustancia que se denomina inhibidor.
Esta sustancia tiene la función de impedir la explosión dentro del cuerpo del
propio escarabajo. Y por último, una cuarta sustancia denominada anti inhibidor. Como su nombre lo
indica, neutraliza la acción de la anterior y permite que se desencadene la
reacción química –ya fuera del cuerpo del escarabajo– impactando al enemigo con
este líquido hirviendo.
Cuando el depredador se acerca al escarabajo, se
activa el siguiente circuito:
1)
se genera la mezcla –es decir, la reacción química– al mismo tiempo que el
inhibidor se pone en funcionamiento, impidiendo la explosión dentro del
escarabajo;
2)
luego, la mezcla circula por los dos tubos de combustión;
3)
finalmente, entra en juego sólo en el momento
preciso –aquel instante en que se siente más vulnerable– el anti inhibidor. De esta manera, el
escarabajo se protege de sus depredadores pudiendo disparar hasta 50 chorros
sucesivos, con un alcance de 5
cm , distancia cuatro veces mayor que su propia longitud.
Un
video sobre este insecto se puede ver aquí:
http://www.dailymotion.com/video/xies17_escarabajo-bombardero_animals
El contraste entre la realidad y la teoría
Veamos ahora si el elemento clave de la teoría de la
evolución –el gradualismo– es confirmado, corroborado o refutado por la
realidad. En este caso, por una realidad representada por el mecanismo de
defensa del escarabajo bombardero.
Para determinar si la teoría se ajusta a la realidad,
supongamos verdadera la teoría. Es decir, supongamos que los hechos ocurrieron
tal como la teoría de la evolución los afirma. Viajemos con nuestra imaginación
varios millones de años y pensemos en el escarabajo bombardero. Imaginémoslo en
pleno proceso evolutivo. Imaginemos su mecanismo de defensa evolucionando.
¿Podría
semejante mecanismo maravilloso y complejo evolucionar gradualmente a través de
millones de años? El evolucionista se ve obligado a responder con un tímido
"sí"…
¿Qué pasaría si este insecto produjese el peróxido de
hidrógeno y la hidroquinona, mezclándonos en la cámara, pero sin producir todavía
el inhibidor, por hallarse en trance evolutivo?
Forzosamente, el escarabajo debe hallarse en ese
trance sumamente lento, imperceptible, extremadamente gradual.
Si así fuera, estamos forzados a admitir una
consecuencia.
Sin generar antes
el inhibidor, el escarabajo estallaría. Se destruiría a sí mismo. No podría
sobrevivir.
La pregunta que
se impone es: ¿cómo se llegó al inhibidor? Dice
el Dr. Scott M. Huse: “No hay ninguna necesidad de desarrollar un inhibidor
a menos que ya se tengan los dos químicos que se están intentando inhibir”. Como el mismo
nombre lo indica, el inhibidor inhibe. Inhibe
algo. ¿Qué cosa inhibe? La mezcla de los químicos. Por lo tanto, el inhibidor
guarda una relación con esa mezcla.
Pero las
dificultades siguen dado que
si
ya se tienen los dos químicos sin el inhibidor, ya es demasiado tarde, porque
uno ya se ha volado a sí mismo en pedazos.
Pensemos una segunda posibilidad: ¿y si fuese al
revés? Imaginemos al escarabajo produciendo el inhibidor pero sin, todavía,
producir el anti inhibidor. ¿Qué pasaría? Nos los dice el mencionado autor:
La
solución resultante no ofrecería ningún beneficio en absoluto al escarabajo,
porque simplemente residiría en él como una mezcolanza inofensiva. Para que
tenga algún valor para el escarabajo, el anti inhibidor debe agregarse a la
solución[9].
Si el orden en que el mecanismo del escarabajo
evolucionó fue éste, no pudo haber reacción química ni dentro ni fuera del
insecto. En ese caso, arrojaría simplemente un líquido frío e inofensivo a sus
depredadores. No los lastimaría, no se podría defender. Acabaría muerto.
Debemos considerar algo más; algo que, de entenderlo,
podría hacernos caer de rodillas. Nos referimos nada más ni nada menos que al
factor tiempo. El escarabajo
opera con una precisión fabulosa: los dos instantes más comprometedores para él
son aquéllos en que agrega el inhibidor y el anti–inhibidor.
Una demora siquiera de un segundo sería fatal.
¡Un segundo! Si por una millonésima de segundo la
reacción química tuviese lugar dentro del cuerpo del escarabajo antes de que actuara el inhibidor, el
escarabajo ya no podría controlarla. Nuestro insecto explotaría si demora en
aplicar el inhibidor, incluso aunque lo produjese. Por la misma razón, si por
un pequeñísimo instante demorase en reaccionar ante los depredadores, podría experimentar
una consecuencia letal.
Sin embargo, sucede exactamente lo contrario.
Ni demora el escarabajo en reaccionar ni se explota a
sí mismo.
Se impone una conclusión: el mecanismo de defensa tiene sentido como un todo, sin que pueda
faltar ninguna parte. Todas deben estar presentes desde el comienzo. El escarabajo bombardero es una obra maestra de
la coordinación. No hay orquesta de ópera que se le pueda comparar.
Si el escarabajo no puede existir ni medio segundo sin
contener la reacción química ni puede sobrevivir en su medio sin ser capaz de
desactivarla, entonces se impone –a nuestro juicio– la siguiente conclusión: el
origen del escarabajo bombardero no puede ser pensado en términos evolutivos.
Muchos órganos exigen una intrincada
combinación de partes complejas para llevar a cabo sus funciones. El ojo y el
ala son las ilustraciones más conocidas, pero sería engañoso dar la impresión
de que se trata de casos especiales; el cuerpo humano y los de los animales
están literalmente cargados de maravillas similares. (…) El primer paso hacia
una nueva función (…) no daría necesariamente ninguna ventaja a no ser que las
otras partes precisas para la función apareciesen simultáneamente[10].
Postular un proceso evolutivo para todos los seres
existentes implica desconocer y pasar por alto no sólo a este insecto sino a
todos aquéllos sistemas poseedores de este mismo tipo complejidad. Tendríamos
que creer que “durante miles de generaciones estos pobres
escarabajos mezclaron y guardaron estos químicos sin ninguna razón en
particular o ventaja”[11]. Es decir,
tendríamos que admitir que este insecto guardaba elementos letales para su
propia existencia.
Por lo tanto, es absolutamente imposible que el
escarabajo bombardero haya pasado por un proceso evolutivo, sometiéndose a la supuesta
ley del gradualismo.
Conclusión
Ahora
debemos determinar qué consecuencias extraemos de haber contrastado la realidad
y la teoría de la evolución. ¿En qué posición queda el evolucionismo? ¿Cómo
queda esta teoría? ¿Queda no confirmada? ¿No corroborada? ¿Refutada? Veámoslo.
Tal vez ahora cobre mayor sentido la
cita que encabeza este artículo:
Si se pudiese demostrar que existió un
órgano complejo que no pudo haber sido formado por modificaciones pequeñas,
numerosas y sucesivas, mi teoría se
destruiría por completo; pero no puedo encontrar ningún caso de esta clase[12].
Las
hipótesis y teorías científicas tienen “predicciones”. Una predicción, en
ciencia, es una afirmación que la teoría hace en base a sus supuestos. En este
caso, en base al gradualismo, se pueden extraer ciertas predicciones
atribuibles a la teoría de la evolución.
Quedó
demostrado que el escarabajo bombardero no
pudo jamás haber surgido por un mecanismo gradual: su mecanismo de defensa
es esencial para su conservación –como sabemos– y éste no puede surgir “en
diferentes pasos”.
Pero la teoría de la evolución
sostiene que los seres evolucionan por un proceso gradual. Que todos los seres evolucionan por un
proceso gradual.
Por
lo tanto, la teoría de la evolución queda refutada.
Podría
intentarse “salvar” la teoría de la evolución, aduciendo que el escarabajo es
el único ser vivo sobre la tierra que no ha evolucionado. El escarabajo, no; “pero
el resto de los seres, SÍ”.
Pero
este salvataje implicaría “hundir” a la teoría de la evolución, puesto que la
teoría postula que todos –absolutamente todos– los seres existentes están
sometidos a las leyes de la evolución. No algunos
seres sino la totalidad de los
que existen. Y el escarabajo es uno de estos seres.
Queda demostrado lo que el mismo Charles Darwin reconocía ya en su libro:
existen órganos complejos que no pueden
ser formados mediante numerosas modificaciones, sucesivas y leves.
Por lo tanto, citando a Darwin,
puede pensarse –con todo derecho– que la teoría de la evolución está destruida por completo.
6 de enero de 2015
Epifanía del Señor
[1] Bachiller en Filosofía (UNSTA), Docente en Colegio
Primario de Catequesis, Formación Doctrinal, Metodología; Tutor en Colegio
Primario y Profesor Adscripto en materias filosóficas de la Carrera de Psicopedagogía
de la U.C .A.
[2] Quizá
se sorprenda algún lector advirtiendo que la palabra “demostrada” no se
encuentra presente en esta clasificación. Esto es así porque somos de la
opinión de que, en materia de ciencia experimental, las teorías pueden ser
corroboradas pero no pueden ser (estrictamente hablando) demostradas.
[3] Cfr. El origen de las especies, capítulo IV: La selección natural o la supervivencia de los más aptos. Darwin dirá
–en el Cap. VI (Dificultades de la teoría)– lo siguiente: “Primero: creemos que
las especies llegan a ser muy definidas, y que en ningún momento presentan caos
intrincado de lazos variables e intermedios, porque las nuevas variedades se
forman muy lentamente, pues la
variación es un procedimiento lento,
y la selección natural nada puede hacer hasta que ocurran diferencias o
variaciones favorables individuales, y hasta tanto pueda ser mejor ocupado un
lugar en la economía natural del país, por alguno o algunos de sus habitantes
modificados. Estos nuevos lugares dependerán de lentos cambios de clima o de la inmigración accidental de nuevos
habitantes, y probablemente en un grado todavía más importante, de que alguno
de los habitantes antiguos se modifique poco
a poco con las nuevas formas de este modo producidas y las antiguas,
obrando por acción y reacción las unas sobre las otras, de modo que en
cualquier región y en cualquier tiempo debemos solamente ver unas pocas
especies que presenten pequeñas modificaciones de estructura en algún grado
permanentes, y esto es lo que vemos. La
selección natural puede actuar sólo mediante la preservación y acumulación de modificaciones infinitésimas que se
heredan, cada una de ellas provechosa para el ser que se preserva…” (la negrita
es nuestra).
Extracto
de http://centros.edu.xunta.es/ceipcondesadefenosa/bibliocondesa/proxectos/darwin/documentos/orixe.pdf
[4] Los cambios rápidos
fueron, por el contrario, descartados ya desde el comienzo por el mismo Darwin.
En el mencionado cap. VII de El origen
de las especies, explica las razones por las que considera que los cambios
bruscos y repentinos no pueden ser causa del origen de las especies. Admite que
tienen lugar en la realidad pero afirma que su puesto es ínfimo y que, por
tanto, no pueden generar otras especies.
[5]
Aserto de Richard Dawkins citado por Michael
Behe en La caja negra de Darwin, pág.
40, citado a su vez por Daniel Iglesias Grézes, bloggista de
InfoCatólica, en
http://infocatolica.com/blog/razones.php/1201070342-la-caja-negra-de-darwin-2.
La negrita es nuestra.
[6] Cfr. Phillip E. Johnson en
su Proceso a Darwin, cap. III: Mutaciones, grandes y pequeñas. Ver la
web Sedin de los cristianos
evangélicos: http://www.sedin.org/ID/Proceso_a_Darwin_03.html
[7] Phillip E. Johnson… ídem, cap. II:
Selección Natural. Cfr:
http://www.sedin.org/ID/Proceso_a_Darwin_02.html
[8]
Citado por Phillip E. Johnson en el mencionado Proceso a Darwin, cap. III: Mutaciones
grandes y pequeñas. Ver: http://www.sedin.org/ID/Proceso_a_Darwin_03.html.
La negrita es nuestra.
[9] Extractos del libro El colapso de la evolución, citados en un artículo que circula por
Internet en diferentes formatos, titulado: El pequeño bicho que a los
evolucionistas les gustaría olvidar.
Por ejemplo, se puede leer aquí:
http://accionjuvenil.espanaforo.com/t5033-el-escarabajo-bombardero-desmonta-la-teoria-de-la-evolucion
[10] Phillip E. Johnson… ídem, cap. III: Mutaciones grandes y pequeñas.
[11] Ídem nota al pié N° 9.
[12] Cfr. https://www.marxists.org/espanol/darwin/1859/origenespecies/06.htm.
Cap.
VI: Dificultades de la teoría.
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