viernes, 27 de julio de 2018

Aborto: el triunfo del Vale Todo con tal de matar a un inocente


Aborto: el triunfo del Vale Todo
con tal de matar a un inocente

“Refutarlos es bueno, desenmascararlos es mejor”.

Por Juan Carlos Monedero (h)

Durante años escuchamos a los abortistas decir –y algunos despistados con el libreto no actualizado lo siguen repitiendo– que el embrión no tenía vida; por eso, abortar no sería un homicidio. Ahora bien, los que están a favor de la ley reconocieron en el Congreso y en el Senado que el embrión es un ser vivo pero que, de todas maneras, las mujeres igual tenían derecho.
“Los métodos anticonceptivos pueden fallar, por eso queremos aborto legal”, vienen repitiendo ad nauseam hace tiempo. Vino Abel Albino, dijo que la anticoncepción no era 100% eficaz, y no faltó pañuelo verde que no lo criticase.
Al principiar en abril este pseudodebate, la abogada abortista Paola Bergallo sostuvo que “en la Argentina, en realidad, nunca estuvimos convencidos de usar el derecho penal” contra quienes practicaban el aborto[1]. No sabemos entonces por qué, pocos minutos después y al mejor estilo Robert De Niro, el constitucionalista Andrés Gil Domínguez clamaba teatralmente por las mujeres que abortaban “bajo el estigma de la persecución penal”[2].
Hay más. Hace casi dos semanas, el científico Alberto Kornblihtt dijo que el embrión humano (sic) no es “un ser humano”. Pero la cineasta Lucrecia Martel parece no estar de acuerdo: según ella, en el vientre de la mujer hay vida humana –“¡Obvio que hay vida! ¡Obvio que es una vida humana!”[3]– pero de todas maneras “la mujer tiene derecho a decidir”. Fue repreguntada en estos términos: “¿A eliminar una vida humana?”. Su respuesta fue: “Sí, señor, tiene el derecho”.
Última muestra. Hace casi dos semanas, el precitado Kornblihtt sostuvo que “el concepto de vida humana es una convención arbitraria que responde a acuerdos sociales, jurídicos o religiosos pero que escapa al rigor del conocimiento científico”. Se trata del mismo que, en febrero de este año, dijo por radio: “Vida humana en el sentido de la organísmica, del organismo, como dije antes, es un proceso continuo que comienza con la fecundación en el seno materno o también podría comenzar con una fecundación in vitro…”[4].
A ver si nos vamos entendiendo.
No les importa la vida de las mujeres, ni la salud pública, ni el embarazo adolescente. Les da igual contradecirse. No les importa decir blanco el sábado a la tarde y negro el domingo a la mañana. Es la razón abortista: el triunfo del Vale Todo con tal de matar a un inocente. Con tal de imponer su ideología. Con tal de forzarnos a admitir un mundo donde la mujer no sea manantial de vida sino factoría de muerte.
Sólo interesan sus objetivos: con cara de piedra, van a mentirte sin pestañear a fin de poner a la Argentina de rodillas, para que nos destruyamos mutuamente.
Vos elegís de qué lado ubicarte.





[1] https://www.youtube.com/watch?v=nrvxQS0jaok
[2] https://www.youtube.com/watch?v=NQU9TJaMMNc
[3] https://www.youtube.com/watch?v=WI7O6DkEt38 (Minutos 20,10 y ss.)
[4] https://www.youtube.com/watch?v=-mUOHYkWFyw

sábado, 21 de julio de 2018

“No hay un absoluto… pero el embrión no es un ser humano”. Y esto es absolutamente cierto. Réplica al Dr. Alberto Kornblihtt (CONICET – UBA) - Por Juan Carlos Monedero (h)


“No hay un absoluto… pero el embrión no es un ser humano”.

Y esto es absolutamente cierto.

Réplica al Dr. Alberto Kornblihtt (CONICET – UBA)


            Vamos a darle una respuesta a las palabras de Alberto Kornblihtt, quien expuso en el Congreso manifestándose a favor del proyecto abortista el pasado 31 de mayo[1]. Kornblihtt es Doctor en Ciencias Químicas, Biólogo, Investigador Superior del CONICET y Profesor Titular Plenario de la UBA. Sus planteos se viralizaron en las redes sociales, sobre todo en las últimas semanas, dando cierta artillería a los apologistas del aborto. Hoy en día, Kornblihtt se perfila como uno de los alfiles de la causa.




PRIMER ROUND: Vamos aclarando el panorama.

Suenan las campanas. Desde el inicio de su ponencia, el investigador plantea que presentará los últimos datos científicos que supuestamente confirmarían que un embrión no es lo mismo que un ser humano. Pero pronto se aprecian contradicciones. En efecto: “Los humanos somos mamíferos placentarios. Somos mamíferos por tener pelos y producir leche. Y placentarios porque el desarrollo solamente puede completarse dentro del útero”. Pues bien, si los humanos somos mamíferos placentarios, entonces un embrión –que crece dentro de la placenta– gestado por una mujer de la especie humana debería ser tan humano como nosotros. ¿O no?
Sigamos. Poco después, el especialista no teme en calificar al embrión llamándolo “casi un órgano de la madre” lo que, obviamente, suena muy científico a ojos vista. Pero pasemos por alto este desliz (al fin de cuentas, el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra). Continúa Kornblihtt diciendo: “la madre –ya veremos lo que podemos decir de esta palabrita– no sólo aporta, a través del intercambio placentario, el oxígeno y los alimentos necesarios para que el embrión progrese”; comunica también “los anticuerpos, fabricados por ella, que protegen al embrión de posibles infecciones. Además, las sustancias de deshecho y el anhídrido carbónico pasan de su sangre (se refiere al feto) a la de la madre a través de la placenta”. Y concluye: “sin ese intercambio placentario, el feto no podría progresar porque se intoxicaría”. No se puede pasar por alto –como observa agudamente nuestro amigo Tomás González Pondal[2]– que si el embrión fuese “casi un órgano de la madre” (y no distinto de su progenitora), entonces tales anticuerpos defenderían solamente al propio individuo que los produce. A propósito: ¿advierte Kornblihtt que no puede haber MADRE sin haber un HIJO?
Sigue el biólogo: “Las células y órganos del embrión y más tarde del feto sufren cambios epigenéticos durante el embarazo, que son consecuencia de la íntima relación con la madre y sin los cuales el nacido no progresaría”. Es decir: esos cambios que le ocurren al embrión y más tarde al feto son necesarios para que el nacido progrese. O sea: el embrión, el feto y el nacido son el mismo ser. Precisamente por eso –porque se trata del mismo ser–, no progresaría en su crecimiento la persona ya nacida de no haber experimentado esos cambios epigenéticos en el pasado, dentro del útero. Salvo el perverso deseo de pretender establecer el aborto a cualquier precio, no hay fundamento para decir otra cosa.
“El embrión y el feto no son seres independientes de la madre”, concluye triunfalmente Kornblihtt luego de explicar y describir cómo la placenta materna es necesaria para el desarrollo del niño. ¿Alguien alguna vez había objetado ésto? ¡Objetores de placentas, marchen presos! Nosotros no vimos ninguno. El científico no ha demostrado el carácter no-humano del embrión –como prometió ante el Senado– sino simplemente su condición placentaria.
Asimismo, es llamativo que el especialista olvide que los seres humanos siempre somos seres dependientes; lo es el embrión, el feto, pero también lo es un niño recién nacido, un pequeño de 5 años, un anciano o cualquier persona que, desafortunadamente, se encuentre en coma. Es claro que la dependencia con la madre guarda relación con la viabilidad del feto o del embrión; tan claro como que ser viable es una cosa, no ser humano es otra.
En definitiva, Kornblihtt presenta datos que –interpretados rectamente– brindan más firmeza a las posiciones provida. Lo expuesto hasta acá permite establecer el carácter absolutamente necesario de la madre para la preservación de la vida de su hijo. Miren cuánto nos parecemos: el feto necesita oxígeno, alimentos, anticuerpos, deshecha sustancias, posee sangre, puede intoxicarse. Lejos de demostrar que un embrión no es un ser humano, los datos presentados nos conducen precisamente a la conclusión inversa.

SEGUNDO ROUND: sí pero no.

Luego, Kornblihtt se mete en el tema de las legislaciones. Y dice que incluso para los sistemas legales donde está penalizado el aborto “la persona humana comienza con el nacimiento con vida”, para luego decir que esto tiene lugar “cuando el bebé se separa completamente de la madre”. Si analizamos estas palabras, advertimos dos cosas: 1) el adverbio completamente implica que el bebé –antes del nacimiento– ya estaba separado de la madre, pero no completamente; y 2) más importante aún: el bebé es bebé antes de ser separado completamente de la madre. Es el sentido común que brota por los poros del lenguaje, aunque al especialista del CONICET–UBA no le guste.
Es cierto –como dice el precitado Kornblihtt– que en la Argentina la ley civil reconoce “derechos suspensivos al embrión”, derechos que se harían efectivos al nacer con vida. Es cierto. Como también lo es que la ley penal de este país condena el delito de aborto (art. 85 del Código). Pero no debería extrañar a ningún lector avisado que un abortista invoque sesgadamente la ley: es su modus operandi, no una excepción. Por otra parte, Kornblihtt no ve que concederle al embrión esos derechos suspensivos sólo tiene sentido si la persona por nacer y el embrión son lo mismo. Esta continuidad no dice nada al Investigador del CONICET pero debería llamar la atención a todo aquél que conserve un poco de racionalidad. Tampoco le resulta notorio que la ley condene por homicidio simple en concurso real con aborto (y no homicidio simple) a quien quitare la vida a una mujer cuyo embarazo le constare. Pero, ¿cómo podría significar algo para este hombre, víctima y victimario de esta hermenéutica jurídica contra la vida?
Hay más. Sigamos con este pugilato discursivo. Kornblihtt dice que “La Biología no define vida humana, define vida”. Se trata del mismo especialista que, minutos antes, sostuvo que un embrión no es un ser humano. Explíquenos algo: ¿Por qué la Biología no puede definir vida humana pero sí definir que el embrión no es un ser humano? Los datos científicos –dice el académico del CONICET– no permiten concluir que el embrión es un ser humano… pero sí permiten concluir que no lo es. ¡Miren ustedes! ¿Por qué misterioso destino los conocimientos científicos son insuficientes para afirmar la humanidad del feto pero son suficientes para negarla?
Minuto 4,00 y siguientes: “Cabe preguntarse por qué para algunos es aceptable concebir que después de la muerte legal de una persona, definida en función del cese de la actividad cerebral o del latido del corazón, se admite que sus células sigan vivas por un tiempo y resulta, para esas mismas personas, difícil concebir que un embrión humano (¡!) está formado por células vivas pero todavía no es un ser humano”. No sabemos de las dificultades que ciertas personas puedan tener para concebir eso. Lo que parece evidente es la dificultad de concebir que un embrión humano no posea una vida humana, ¿no? Lo que nos lleva a la siguiente pregunta, de profunda raigambre epistemológica: ¿Por qué como biólogos no podemos afirmar la vida humana (sí, humana) del embrión pero podemos afirmar la vida humana de Kornblihtt?

TERCER ROUND: proyectos de humanos.

Hacia la mitad de su exposición, Kornblihtt dice que “un embrión humano (¡!) está formado por células vivas pero todavía no es un ser humano”. Y se atreve a decir: “Para la Biología, un embrión es un embrión, no es un ser humano. En todo caso, es un proyecto de ser humano”. ¿Alguien puede explicar por qué un embrión humano no es un ser humano? ¿Por qué no es entonces un proyecto de elefante o de ardilla? ¿Por qué diríamos “de ser humano” si no hubiese una humanidad presente? Todavía no es un ser humano: o sea que, según la lógica abortista, próximamente lo será. Pero, ¿acaso matar al que va a ser un hombre no es matar al hombre que ya es? De nuevo, la verdad se cuela por los bordes del discurso.
Kornblihtt vuelve al ataque, y sostiene: “El concepto de vida humana es una convención arbitraria que responde a acuerdos sociales, jurídicos o religiosos pero que escapa al rigor del conocimiento científico. Esta divergencia de criterios lleva a la dificultad de ponerse de acuerdo sobre el status del embrión. Pero deberíamos ponernos de acuerdo en que no es un ser humano y que, por lo tanto, no sería un crimen interrumpir el embarazo prematuramente”. Tomemos nota de lo peligrosamente cercanos que estamos a la mentalidad eugenésica o racista: si el concepto de vida humana es una convención arbitraria, entonces lo que está en juego es la vida en todas sus formas y etapas. No se ve qué impide, en esta lógica tan peculiar, que pueda acabarse con un hombre blanco, un hombre negro, uno al que le falte una pierna o que padezca el síndrome de down.
Si el concepto de vida humana escapa rigor del conocimiento científico, ¿qué valor tiene que un científico nos hable de algo que escapa al rigor del conocimiento científico? ¿Qué valor tienen todos los títulos de Kornblihtt? ¡Él mismo se está declarando incapaz! Y más aún: si escapa rigor del conocimiento científico, tampoco se puede establecer científicamente la no-humanidad del embrión. ¿Por qué deberíamos ponernos de acuerdo en que el embrión no es un ser humano si no hay acuerdo sobre el status del embrión?

CUARTO ROUND: vuelve el jurista.

Luego, de nuevo, Kornblihtt vuelve a meterse en el Derecho (¿los datos científicos no eran suficientes?). Pretende mostrar que el embrión no es una persona, a diferencia del ya nacido, diciendo: “la pena por practicar un aborto es mucho menor que la pena por matar a una persona…”. El especialista invoca, asimismo, “el hecho de que esté permitido (¡!) abortar en casos de violación o de peligro de la vida de la madre”. Son dos los puntos que deben abordarse: las penas, por un lado, y la supuesta permisión para el aborto.
En primer lugar, como ya dijimos, el aborto está penado. Y está penado precisamente porque el embrión es una persona: de hecho, el artículo 85 del Código Penal contempla el delito del aborto en el marco de Delitos contra las personas/Delitos contra la vida.
En segundo lugar, puntualicemos que, en la Argentina, el aborto no está “permitido” sino que en algunos casos se considera “no punible”. Una acción antijurídica se declara no punible cuando la ley, por algún motivo, decide no perseguirla y por tanto no castigarla. Por ejemplo, el robo es una acción antijurídica pero realizado por un menor de edad no es punible. Aún demostrada su culpabilidad, el joven no será castigado. Hacer trabajar a un menor también es antijurídico pero no es punible siempre y cuando sean los padres, tutores o guardadores del niño los que lo hagan trabajar. Con todo y sin embargo, siguen siendo acciones antijurídicas y, por tanto, contrarias a la justicia.
Por último, cuando la ley declara no punibles ciertos homicidios –el aborto en caso de violación de mujer idiota o demente, por ejemplo– no está afirmando la inexistencia de la persona muerta. De hecho, la ley considera no punible el homicidio en el caso de la legítima defensa. ¿Y acaso el atacante abatido en esta circunstancia no es persona? Sí: tanto como el embrión.

QUINTO ROUND: Mejor ni lo hubieses abierto

    Algún espíritu maléfico –quizás el genio cartesiano– indujo a Kornblihtt a abrir el diccionario para probar que el aborto no era un homicidio. Otra explicación no hay, porque nuestro prestigioso científico leyó que en “la sexta edición de un diccionario de genética de King y Stanfield (2002)” se proponen dos acepciones de la palabra aborto, definido como:

a) “la expulsión de un feto humano del útero por causas naturales antes de que sea capaz de sobrevivir independientemente”.
b) “la terminación deliberada de un embarazo humano muy a menudo realizada durante las primeras 28 semanas de embarazo”.

       Kornblihtt cierra triunfalmente su diccionario y concluye con festividad digna de mejores nupcias: “Como se ve, en ninguna de las dos acepciones se menciona la vida humana, ni la palabra matar u homicidio”. Entendido: el mundo entero le clavó el visto. Está llegando la corona para el campeón. Lipovetzky, Rubinstein, Cristina Kirchner y Mauricio Macri están corriendo para llevársela… cuando de repente aparecemos nosotros, interrumpimos la orgía y clamamos voz en cuello: ¡Es un diccionario de genética, no de derecho y leyes! ¿Se dan cuenta? Además, el diccionario no dice homicidio pero habla de feto humano y de embarazo humano. Como dice el precitado González Pondal, el gran descubrimiento de Kornblihtt es haber encontrado un diccionario de genética que no utiliza una terminología jurídica.
Lo cierto es que el catedrático del CONICET ha cortado la rama que a él mismo lo sostiene. Su propia fuente no habla de un órgano ni de un casi-órgano-de-la-madre. Por lo visto, el autor del diccionario tampoco sintió escrúpulo alguno en llamar feto humano o embarazo humano al embrión humano, al contrario de este Doctor en Ciencias Químicas que no podría ver a un elefante en un zoológico vacío. ¿No es increíble que sea el mismo Kornblihtt el que trae a colación el diccionario? Por eso pensamos que en realidad, algún perverso genio ha de haberse metido en su cerebro y le ha obligado a invocar este salvavidas de plomo. Sin contar que el especialista habla del aborto como “la terminación deliberada” de un embarazo humano muy a menudo durante las primeras 28 semanas, ignorando que hoy en día los médicos salvan a bebés prematuros de 25 semanas de gestación. El progreso científico no cesa de incrementar las posibilidades para los mismos que Kornblihtt no hubiese tenido vergüenza en eliminar.

COLOFÓN


Termina diciendo Kornblihtt, siguiendo a los sofistas de la Antigüedad: “No hay un absoluto y los legisladores deben legislar para todos”. Como siempre, como lo sabemos ya desde Sócrates, Platón y Aristóteles, nada es absoluto… salvo las ideas de ellos. No hay un absoluto… pero el embrión no es un ser humano. Y esto es absolutamente cierto. “¡Todo adoctrinamiento es malo…!” Salvo el adoctrinamiento abortista en el Nacional Buenos Aires o en el Carlos Pellegrini. “¡Todas las posiciones son válidas!” Salvo la defensa de la vida del inocente en el vientre materno. “¡Toda violencia es censurable!” Salvo la agresión contra los templos católicos en el marco de Autoconvocadas. Está bien que refutemos, que rebatamos las posturas abortistas. Pero desenmascararlas es mejor. Vamos a ello con una adivinanza.
¿Adivinen quién dijo el 28 de febrero de este año, entrevistado por radio: “Vida humana en el sentido de la organísmica, del organismo, como dije antes, es un proceso continuo que comienza con la fecundación en el seno materno o también podría comenzar con una fecundación in vitro…”. ¿Quién lo dijo? Lo dijo el mismísimo Alberto Kornblihtt, en conversación con María O´Donnel, Tarde para Nada, Radio Con Vos[3].
Sí, estimado lector. Leyó usted el término fecundación. Leyó “vida humana” (¡pardiez!). 
¿Cómo es, Profesor? ¿No era que el concepto de vida humana era “una convención arbitraria que respondía a acuerdos sociales, jurídicos o religiosos y blablabla?
No, Kornblihtt. No conteste. Vaya, haga penitencia, conviértase y crea en el Evangelio. No queremos estar en su pellejo. Nunca, pero especialmente no quisiéramos estar el Día en que el Dios Vengador de Inocentes lo llame a dar cuentas por la sangre derramada que Usted, con sus palabras, colaboró a verter.
Nosotros, por el contrario, sigamos peleando por el Triunfo Definitivo de la Verdad y la Justicia. Peleemos como si nosotros mismos fuésemos esos embriones cuya vida, en este momento, está en peligro. ¿No nos gustaría acaso que los ya nacidos nos defendieran con toda la fuerza que tengan? Muy bien: Hagámoslo entonces nosotros.



[1] Cfr. https://www.youtube.com/watch?v=ahRfo7q4HQ8
[2] Cfr. https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1010066319160352&id=874904702676515
[3] Cfr. https://www.youtube.com/watch?v=-mUOHYkWFyw

jueves, 12 de julio de 2018

Hipócrita reacción de los diputados abortistas ante el desfile con pañuelos celestes - Por J. Carlos Monedero


Hipócrita reacción de los diputados abortistas
ante el desfile con pañuelos celestes

 Por Juan Carlos Monedero (h)

Octubre del año pasado: alumnos del Nacional Buenos Aires tomaron el Colegio; tuvo lugar una denuncia de abuso sexual, pero no pasó nada. Porque, claro, hacer foco en eso implicaba descalificar la toma.
9 de julio del 2018: 300 niños y jóvenes desfilan llevando un pañuelo celeste por la calle principal –la 25 de Mayo– de Suncho Corral, y el mundo entero pierde la cabeza.
Escándalo en puerta: varios diputados pidieron explicaciones al Ministerio de Educación y elevaron una carta al Presidente de la Nación. Se trata de 20 diputados: 13 del PRO y 3 de Evolución. Pero Mauricio Macri no tiene nada que ver, eh, así que cámbieme esa cara lector.

*          *          *

            En efecto, las autoridades del colegio San Miguel Arcángel, situado en la localidad de Suncho Corral (Santiago del Estero) tuvieron la abominable idea de demostrar su amor por el argentino que aún no ha nacido pero que, sin embargo –y para desgracia de la IPPF, el Banco Mundial, el CELS y el Presidente de la Nación– ya existe. Pero las demostraciones de amor pueden ser muy impertinentes. Y como el alma busca expresarse en gestos, la perversa jefatura de este colegio no tuvo mejor idea que organizar un maléfico desfile donde 300 niños, prolijos y limpios, marcharon el pasado 9 de julio, rodeados por amorosas miradas de padres, abuelos y amigos, llevando el pañuelo celeste. Este pañuelo, como se sabe, es un símbolo inequívoco de la campaña nacional Salvemos las Dos Vidas, y es llevado por todos aquellos que –con un resto de conciencia moral– se oponen al crimen del aborto.
            Quizá la izquierda no protesta porque sea abortista sino porque los chicos estaban higienizados. Habría que ver. El caso es que hay un mensaje claro. En los colegios no se puede –no se debe– expresar el amor a los niños por nacer. ¡Claro que no! ¿Cómo se le ocurre? Mejor expresar el odio hacia la Gendarmería, cristalizado en trabajos prácticos acerca de la “desaparición forzada” de Santiago Maldonado[1]. Maldonado, el terrorista; Maldonado, el blasfemo, no se olvide.
            A ver si nos entendemos: en las escuelas no se debe proponer un símbolo que manifieste el respeto por la vida humana desde la concepción (tomen nota los colegios y ni se les ocurra, los diputados estamos con mirilla telescópica). Mucho mejor, más educativo, más moderno, es ponerle –entre todos, claro, sin verticalismo– un preservativo a una banana en el marco de una actividad práctica de la hora de Educación Sexual. Yo no vi a ningún diputado rasgarse las vestiduras por esto.
            Qué terrible este desfile de 300 niños –respaldados, seguramente, por otras tantas familias de raigambre tozudamente medieval– con el pañuelo celeste. En cambio, que los chicos sean llevados por sus docentes para hacer un piquete en una avenida –en protesta de nosequé– constituye una propuesta de sólidos fundamentos pedagógicos. Tampoco indignó a estos diputados que al menos ONCE colegios fuesen tomados por alumnos, expresando su apoyo a la legalización del aborto[2]. El pañuelo celeste en los colegios es adoctrinamiento, conservadurismo, intolerancia. El pañuelo verde en los colegios en cambio es expresión del derecho a la huelga estudiantil.
            Infobae –portal que viralizó la noticia– nos habla del peligro horroroso de adoctrinamiento: un grupo de diputados de diferentes espacios elevaron un pedido de informe al Ministerio de Educación nacional en el que alertan sobre un intento de adoctrinamiento dentro de la entidad”. Y yo les pido a los provida que no perdamos el tiempo discutiendo si es o no es adoctrinamiento, si es adoctrinamiento bueno o adoctrinamiento malo. No inviertan el tiempo en eso. Pero, ¿por qué? Porque no corresponde perder el tiempo levantando un argumento en el que ni ellos creen. ¿O acaso estos diputados no son los mismos que promueven el adoctrinamiento abortista? ¿A qué viene quejarse del adoctrinamiento en general cuando en realidad les molesta el adoctrinamiento en particular?
            Pero fueron un paso más allá en su petición al Presidente de la Nación: solicitaron la apertura de un “sumario interno”; las autoridades del colegio podrían ser sancionadas.


¡Apareció la palabra!
Pensamos que se había erradicado felizmente de nuestras mentes y diccionarios.
De repente, los mismos que dicen impugnar la aplicación de una sanción –cruel vestigio de épocas dictatoriales–, no tienen ningún pudor en valerse de la misma. “No, no sancionemos, a los chicos hay que acompañarlos, escucharlos. Pero golpeó a su compañero con una silla y su comportamiento es pésimo hace años. No, no hay que castigar, hay que escuchar, estar. Pero le faltó el respeto a la docente, la humilló en clase y además boicotea permanentemente el dictado de los contenidos. No, por favor, hay que ser misericordioso, hay que tolerar, no hay que enojarse”. El discursito cae por su propio peso: mientras los colegios ven cercenado su poder punitivo de forma creciente, todo el peso se habrá de colocar en quienes den testimonio de la defensa de los inocentes en el vientre materno. No hay otro nombre para calificar esto que el de hipocresía. La batalla ideológica es cada vez más clara, y la Corrección Política muestra sus dientes nuevamente.
Por eso suenan huecas las palabras de Carla Carrizo, diputada nacional por Evolución, horrorizándose ante las cámaras por el “incumplimiento” de la ley 26.061 (Ley de Protección Integral a los Niños).Vamos, diputada. No nos haga reír. ¿Se cumplió esa ley cuando el Colegio Nacional Buenos Aires o el Carlos Pellegrini fueron tomados? Tres alumnas –abanderada y escoltas de la insignia nacional– se sacaron una foto llevando el pañuelo verde, y usted calló miserablemente.




La descripción del asunto es clara. Ahora, la pelota está en la cancha del lector. Usted, ¿qué va a hacer? No lo invito a quejarse de lo mal que está todo desde una publicación virtual. Basta de la eterna letanía de que todo se cae, de que antes las cosas eran mejores. Si se encuentra internado y sólo puede mandar mensajes de texto por whatsapp, mande mensajes de texto por whatsapp y difunda todo lo que quiera por Facebook. Si tiene más, dé más. Yo lo invito a combatir.
A dar testimonio.
A apoyar a las autoridades del colegio San Miguel Arcángel, en Suncho Corral.
A enviarles dinero, que lo necesitan.
A apoyarlos en las redes sociales.
A organizarse para librar mejor la batalla cultural.
A colaborar activamente en la defensa de la Verdad, el Bien y la Belleza.
A desafiar a esos gigantes con pies de barro que son los Medios Masivos de Comunicación.
A discutir en su trabajo, en su familia, en su trabajo, en las redes sociales.
A pasar de Facebook a la calle.
A usar la fuerza.
A tomar la decisión de hablarle a esa sobrina, a ese amigo descarriado, a esa compañera del trabajo que lleva el pañuelo verde.
A ser valiente. A respirar ese aire de libertad que sentimos cuando nuestras palabras están en sintonía con nuestro pensamiento.
A decir las cosas. A increpar a su párroco –que hace meses reparte golosinas en los sermones– para que hable como hombre celoso de su rebaño, claro y contundente, del tema del aborto. A exigir a los obispos la excomunión para las autoridades pro-aborto, así como el combate contra esta tiranía.
A vivir peligrosamente.
A olvidarse de los respetos humanos.
A ser cultural y políticamente incorrecto.
A ser hombre, ser cristiano, y aguantar lo que venga.
A preferir un día de León en vez de cien años de cordero.
A defender la vida de los inocentes, porque si no es hoy, ¿cuándo?


[1] https://latinta.com.ar/2017/08/como-ensenar-desaparicion-santiago-aula/. El gremio docente CTERA impulsó actividades “escolares” –sólo las llamo así porque tendrían lugar dentro de la escuela– haciendo uso de la guía “Santiago Maldonado: orientaciones didácticas para el aula”. Se contemplan los tres niveles educativos.

[2] https://www.lanacion.com.ar/2142939-hay-al-menos-11-colegios-tomados-por-alumnos-a-favor-del-aborto-legal


martes, 3 de julio de 2018

¿Qué es el Nacionalismo? - Por Juan Carlos Monedero

¿Qué es el Nacionalismo?

Primera aproximación

Por Juan Carlos Monedero

Principios del siglo XX. Algo nuevo estaba surgiendo. Ciertas personas empezaron a advertir las incongruencias de la visión liberal en relación a los acontecimientos del siglo XIX y, muy especialmente, en torno a la figura de Juan Manuel de Rosas.
Movidos por la sed de encontrar la VERDAD, se dedicaron a estudiar la historia en profundidad.
Comenzaron a publicar sus investigaciones y, como es lógico, entraron rápidamente en colisión con quienes habían sido ganados por el liberalismo. En ese sentido, revisaron y se vieron obligados a revisar las fuentes históricas. De ahí que se los denominase "revisionistas".
Así surgió el NACIONALISMO. Proviniendo de sectores distintos, y aún sin tener una total coincidencia doctrinaria, los nacionalistas o revisionistas coincidían en la necesidad de rescatar la verdadera historia de la Patria de la distorsión en que el liberalismo vernáculo la había metido.
El revisionismo histórico fue uno de los pilares sobre los que se asentó el Nacionalismo. Por eso, no se puede separar al Nacionalismo de la búsqueda de la Verdad.