jueves, 6 de abril de 2017

¿Salvación dentro o fuera de la Iglesia? Respuesta teológica a este interrogante

Querido amigo, te escribo por una pregunta. Me interesa profundizar sobre el tema de "la Salvación dentro de la Iglesia como única depositaria de la Verdad", buscando también lo enseñado por la Iglesia Católica en sus propios documentos. Te explico porqué. Hoy por la mañana recibí un llamado telefónico de una persona de muy buena fe y excelente colaborador, comentándome sobre una discusión sostenida anoche con un sacerdote diocesano. Según el cura, la salvación podría encontrarse dentro de la Iglesia pero también en otros credos. ¿Me explico? Gracias desde ya.

Querido amigo:

Existe un adagio importante que dice 'Fuera de la Iglesia no hay salvación (Extra eclesiam nulla salus). Eso significa que fuera de la Iglesia Católica nadie puede salvar su alma, al igual que fuera del Arca de Noé ninguna persona pudo salvarse del Diluvio Universal. En ese sentido, el Arca de Noé (Génesis, cap. VI) quedó como figura de la Iglesia. Ahora bien, formar parte de la Iglesia Católica puede darse de varias maneras lo que no significa que estas maneras estén 'en igualdad' ni que todas sean queridas por Dios 'por igual'.
 La Iglesia Católica fue fundada por Jesucristo (Mt. 16, 18). ¿Y antes? ¿Antes las personas no se salvaban? ¿"No salvarse" equivale a condenarse?
 Hay que ir desmenuzando cada pregunta.
 Es voluntad actual de Dios que la incorporación normal ('normal' en el sentido de normativa: lo que Dios quiere) a la Iglesia Católica sea por medio del Bautismo: pertenencia visible a la Iglesia. En el bautismo se da la gracia santificante. Por eso el apostolado. Por eso la evangelización. Por eso los bautismos desde tan tempranos (8 días desde el nacimiento, según la ley de la Iglesia). "El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de los Cielos" (Jn 3, 5). También dijo Nuestro Señor que debemos bautizar “en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Por lo tanto, es un deber para los católicos difundir los sacramentos: no da lo mismo hacerlo que no hacerlo. Difundir los sacramentos y evangelizar. “¡Ay de mí si no evangelizare!” dejó escrito San Pablo.

Ahora bien. Existe, además, una pertenencia invisible a la Iglesia, punto desarrollado en el documento Dominus Iesus, n° 12 y n° 20.


Aquellos que antes de Cristo fueron justos y siguieron las inspiraciones de Dios en su corazón, fueron salvados, esto es, preservados del fuego eterno. Sin embargo, estos justos recién alcanzaron la vida eterna (esto es, la visión de Dios) cuando Jesús abrió las puertas del Cielo en el Domingo de la Resurrección: Pascua. No antes. Nuevamente: estas personas que se salvaron, se salvaron por los méritos de Jesucristo. Estaban en el famoso "Limbo de los Patriarcas", esperando su redención. Muchos ubican a los hombres justos de la Antiguedad, paganos, filósofos como Sócrates, Platón, Aristóteles, a los valientes guerreros romanos, etc.

Respecto de aquellos que hoy en día no pertenecen visiblemente a la Iglesia pero siguen la inspiración de Dios en su corazón:

1) acabarán en la Iglesia (tal es el caso de muchos conversos);
2) o morirán antes, sin bautizarse, pero siendo fieles a la verdad por ellos conocida. Verdades que no pueden menos que conducir a la Iglesia Católica, que ha recibido por la Revelación la "plenitud" de la verdad. 

Por tanto, aquellos que estando fuera de la Iglesia Católica en su faz visible son salvados por Dios, son salvados dentro de la Iglesia Católica considerada invisiblemente. Siempre se salvan por medio de Dios y siempre son incorporados a la Iglesia. Siempre. Si en el momento de morir pudiesen ser ubicados en el segundo caso, perteneciendo a otras religiones[1], no se salvan a causa de esa religión falsa sino a pesar de la religión falsa en la que están. Esto es: su salvación procede de Dios, no de la religión o creencia falsa en la que, sin culpa, se hayan.

“A causa de” y “a pesar de” son cosas muy distintas.

Por lo tanto, sigue siendo verdad que Extra Eclesiam nulla salus.
Cabe subrayar, además, que la salvación siempre es un don de Dios, gratuito, perteneciente al orden de la gracia: el hombre no se salva por sus propias fuerzas. Por lo tanto, esta postura no es pelagiana ni voluntarista.

Lamentablemente hay sacerdotes y teólogos que subrayando o enfatizando esta verdad (porque verdad es) transmiten posiciones o conceptos que son, como mínimo, semi-voluntaristas y semi-pelagianos. Si ya nos es difícil salvarnos con la gracia santificante –bautismo, sacramentos, etc.–, más aún lo es para quien deba mantenerse según el orden natural y su recta conciencia… Sobre todo teniendo en cuenta que hay un Acontecimiento Supremo que se impone a toda consideración: Cristo se ha encarnado, Cristo ha padecido, muerto y resucitado, y ha fundado su Iglesia por algo. No para nada, no para que "juguemos" a ver si nos salvamos por la sola naturaleza. Por lo tanto, no todo es igual en relación a los tiempos de los justos del Antiguo Testamento.
Si alguien se salva sin sacramentos, se salva por los méritos de Cristo: para salvarse sin sacramentos, tal persona debe estar en estado de “ignorancia invencible” respecto de la verdadera Fe: es decir, que no se le haya predicado jamás de Cristo o que se le haya predicado mal de Él (que es lo mismo).

Sólo así, sólo entonces, con recta conciencia, puede salvarse sin estar visiblemente incorporado.

Es importante que advirtamos que esto es “el caso del caso del caso”: por lo tanto, EQUIPARAR este “caso del caso del caso” con lo que Dios desea de manera preferencial… ése, exactamente ése, es el error. ‘Escondemos una verdad detrás de otra’ si subrayamos esta excepción en detrimento del papel de la gracia santificante. Si esto se hace de manera consciente, se trata de una perversión muy sutil del hábito intelectual: sólo alguien con gran preparación puede hacerla.
 La apariencia de ortodoxia de estos planteos está dada por la siguiente táctica: ciertos teólogos y/o sacerdotes enfatizan una verdad hasta oscurecer otra. Se cuidan, sin embargo, de negar la verdad que desean oscurecer. Como no la niegan pero ciertamente la eclipsan, se mantienen en el límite: así ‘surfean’ las dificultades.
En este caso de excepción, como se dijo, tiene lugar una incorporación invisible a la Iglesia Católica. Por lo tanto, siempre se salva en la Iglesia Católica. Me parece importante que leas la declaración Dominus Iesus de Juan Pablo II, que mencioné más arriba:

La declaración sostiene que, en ciertas ocasiones, "se elaboran algunas propuestas teológicas en las cuales la revelación cristiana y el misterio de Jesucristo y de la Iglesia pierden su carácter de verdad absoluta y de universalidad salvífica, o al menos se arroja sobre ellos la sombra de la duda y de la inseguridad" (N° 4). Por tanto, es importante evitar todo tipo de ‘indiferentismo religioso’, según el cual una religión daría lo mismo que otra. Podemos defender esta verdad mostrando el absurdo a dónde nos lleva su negación.

  • Si fuese verdad que Cristo salva sirviéndose de instrumentos tales como la Iglesia pero también utilizando otras iglesias o religiones, ¿por qué Dios se tomó la molestia de encarnarse y fundar su propia Iglesia? Si la salvación es igualmente accesible a los que están en una Iglesia fundada por Dios y a los que están en una Iglesia no fundada por Dios, ¿para qué Dios fundó su propia Iglesia?

Un abrazo
Juan Carlos




[1] Cabría distinguir entre aquellas religiones falsas ajenas e independientes al cristianismo (budismo, religiones politeístas antiguas, etc.) de aquellas sectas que se separaron del catolicismo. No es lo mismo una secta o una herejía que tuvo su origen histórico en el catolicismo pero que luego se separó que una religión politeísta en la que simplemente los hombres adoran/adoraron fuerzas de las naturaleza.

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