“No hay un absoluto… pero el embrión no
es un ser humano”.
Y esto es absolutamente cierto.
Réplica al Dr. Alberto Kornblihtt
(CONICET – UBA)
Vamos a darle una respuesta a las
palabras de Alberto Kornblihtt, quien expuso en el Congreso manifestándose a
favor del proyecto abortista el pasado 31 de mayo[1]. Kornblihtt es Doctor en
Ciencias Químicas, Biólogo, Investigador Superior del CONICET y Profesor
Titular Plenario de la UBA. Sus planteos se viralizaron en las redes sociales,
sobre todo en las últimas semanas, dando cierta artillería a los apologistas
del aborto. Hoy en día, Kornblihtt se perfila como uno de los alfiles de la causa.
PRIMER ROUND: Vamos
aclarando el panorama.
Suenan las campanas. Desde el inicio de su ponencia, el
investigador plantea que presentará los últimos datos científicos que supuestamente
confirmarían que un embrión no es lo
mismo que un ser humano. Pero pronto se aprecian contradicciones. En efecto:
“Los humanos somos mamíferos placentarios. Somos mamíferos por tener
pelos y producir leche. Y placentarios
porque el desarrollo solamente puede completarse dentro del útero”. Pues bien,
si los humanos somos mamíferos placentarios, entonces un embrión –que crece dentro de la placenta– gestado por una mujer de la especie humana debería ser tan humano como nosotros. ¿O no?
Sigamos. Poco después, el especialista
no teme en calificar al embrión llamándolo “casi un órgano de la madre” lo que,
obviamente, suena muy científico a ojos vista. Pero pasemos por alto este
desliz (al fin de cuentas, el que esté libre
de pecado que arroje la primera piedra). Continúa Kornblihtt diciendo: “la madre
–ya veremos lo que podemos decir de esta palabrita– no sólo aporta, a
través del intercambio placentario, el oxígeno y los alimentos necesarios para
que el embrión progrese”; comunica también “los anticuerpos, fabricados por
ella, que protegen al embrión de posibles infecciones. Además, las sustancias
de deshecho y el anhídrido carbónico pasan de su sangre (se refiere al feto) a
la de la madre a través de la placenta”. Y concluye: “sin ese
intercambio placentario, el feto no podría progresar porque se intoxicaría”. No
se puede pasar por alto –como observa agudamente nuestro amigo Tomás González
Pondal[2]– que si el embrión fuese
“casi un órgano de la madre” (y no distinto de su progenitora),
entonces tales anticuerpos defenderían solamente al propio individuo que los
produce. A propósito: ¿advierte Kornblihtt que no puede haber MADRE sin haber
un HIJO?
Sigue el biólogo: “Las células y
órganos del embrión y más tarde del feto sufren cambios epigenéticos durante el
embarazo, que son consecuencia de la íntima relación con la madre
y sin los cuales el nacido no
progresaría”. Es decir: esos cambios que le ocurren al embrión y más tarde al
feto son necesarios para que el nacido progrese. O sea: el embrión, el feto y el nacido son el mismo ser. Precisamente
por
eso –porque se trata del mismo ser–, no progresaría en su crecimiento la
persona ya nacida de no haber experimentado esos cambios epigenéticos en el
pasado, dentro del útero. Salvo el perverso deseo de pretender establecer el
aborto a cualquier precio, no hay fundamento para decir otra cosa.
“El embrión y el feto no son seres
independientes de la madre”, concluye triunfalmente
Kornblihtt luego de explicar y describir cómo la placenta materna es necesaria
para el desarrollo del niño. ¿Alguien alguna vez había objetado ésto? ¡Objetores de placentas, marchen presos! Nosotros
no vimos ninguno. El científico no ha demostrado el carácter no-humano del
embrión –como prometió ante el Senado– sino simplemente su condición placentaria.
Asimismo, es llamativo que el
especialista olvide que los seres humanos siempre somos seres dependientes; lo
es el embrión, el feto, pero también lo es un niño recién nacido, un pequeño de
5 años, un anciano o cualquier persona que, desafortunadamente, se encuentre en
coma. Es claro que la dependencia con la madre guarda relación con la
viabilidad del feto o del embrión; tan claro como que ser viable es una cosa, no ser humano es otra.
En definitiva, Kornblihtt presenta
datos que –interpretados rectamente– brindan más firmeza a las posiciones
provida. Lo expuesto hasta acá permite establecer el carácter absolutamente necesario de la madre para la preservación de la vida de su hijo. Miren cuánto nos parecemos:
el feto necesita oxígeno, alimentos, anticuerpos, deshecha sustancias, posee
sangre, puede intoxicarse. Lejos de demostrar que un embrión no es un ser
humano, los datos presentados nos conducen precisamente a la conclusión
inversa.
Luego, Kornblihtt se mete en el tema
de las legislaciones. Y dice que incluso para
los sistemas legales donde está penalizado el aborto “la persona humana
comienza con el nacimiento con vida”, para luego decir que esto tiene
lugar “cuando el bebé se separa completamente de la madre”. Si analizamos estas
palabras, advertimos dos cosas: 1) el adverbio completamente implica que el bebé –antes del nacimiento– ya estaba
separado de la madre, pero no completamente; y 2) más importante aún: el bebé es bebé antes de ser separado completamente de la madre. Es el sentido
común que brota por los poros del lenguaje, aunque al especialista del
CONICET–UBA no le guste.
Es cierto –como dice el precitado Kornblihtt– que
en la Argentina la ley civil reconoce “derechos suspensivos al embrión”,
derechos que se harían efectivos al nacer con vida. Es cierto. Como también lo es que la
ley penal de este país condena el delito de aborto (art. 85 del Código). Pero no debería extrañar a ningún lector
avisado que un abortista invoque sesgadamente la ley: es su modus operandi, no
una excepción. Por otra parte, Kornblihtt no ve que concederle al embrión esos derechos suspensivos sólo tiene sentido si la persona por nacer y el
embrión son lo mismo. Esta continuidad
no dice nada al Investigador del CONICET pero debería llamar la atención a
todo aquél que conserve un poco de racionalidad. Tampoco le resulta notorio que
la ley condene por homicidio simple en
concurso real con aborto (y no homicidio
simple) a quien quitare la vida a una mujer cuyo embarazo le constare.
Pero, ¿cómo podría significar algo para este hombre, víctima y victimario de esta
hermenéutica jurídica contra la vida?
Hay más. Sigamos con este
pugilato discursivo. Kornblihtt dice que “La Biología no define vida humana, define vida”. Se trata del mismo especialista que, minutos antes, sostuvo
que un embrión no es un ser humano. Explíquenos algo: ¿Por qué la Biología no puede
definir vida humana pero sí definir que el embrión no es un ser humano? Los
datos científicos –dice el académico del CONICET– no permiten concluir que el
embrión es un ser humano… pero sí
permiten concluir que no lo es.
¡Miren ustedes! ¿Por qué misterioso destino los conocimientos científicos son
insuficientes para afirmar la humanidad del feto pero son suficientes para
negarla?
Minuto 4,00 y siguientes: “Cabe
preguntarse por qué para algunos es aceptable concebir que después de la muerte
legal de una persona, definida en función del cese de la actividad cerebral o
del latido del corazón, se admite que sus células sigan vivas por un tiempo y
resulta, para esas mismas personas, difícil concebir que un embrión humano (¡!)
está formado por células vivas pero todavía no es un ser humano”. No sabemos de
las dificultades que ciertas personas puedan tener para concebir eso. Lo
que parece evidente es la dificultad de concebir que un embrión humano no posea
una vida humana, ¿no? Lo que nos lleva a la siguiente pregunta, de
profunda raigambre epistemológica: ¿Por qué como biólogos no podemos afirmar la
vida humana (sí, humana) del embrión pero podemos afirmar la vida humana de
Kornblihtt?
TERCER
ROUND: proyectos de humanos.
Hacia la mitad de su exposición,
Kornblihtt dice que “un embrión humano (¡!) está formado por células vivas pero todavía no es un ser humano”. Y se
atreve a decir: “Para la Biología, un embrión es un embrión, no es un ser
humano. En todo caso, es un proyecto
de ser humano”. ¿Alguien puede explicar
por qué un embrión humano no es un
ser humano? ¿Por qué no es entonces un proyecto de elefante o de ardilla?
¿Por qué diríamos “de ser humano” si no hubiese una humanidad presente? Todavía no es un ser humano: o sea que,
según la lógica abortista, próximamente lo será. Pero, ¿acaso matar al que va
a ser un hombre no es matar al hombre que ya es? De nuevo, la verdad
se cuela por los bordes del discurso.
Kornblihtt vuelve al ataque, y
sostiene: “El concepto de vida humana es una convención arbitraria que responde
a acuerdos sociales, jurídicos o religiosos pero que escapa al rigor del
conocimiento científico. Esta divergencia de criterios lleva a la dificultad de
ponerse de acuerdo sobre el status del embrión. Pero deberíamos ponernos de
acuerdo en que no es un ser humano y que, por lo tanto, no sería un crimen
interrumpir el embarazo prematuramente”. Tomemos nota de lo peligrosamente cercanos
que estamos a la mentalidad eugenésica o racista: si el concepto de vida humana es una convención arbitraria, entonces
lo que está en juego es la vida en todas sus formas y etapas. No se ve qué
impide, en esta lógica tan peculiar, que pueda acabarse con un hombre
blanco, un hombre negro, uno al que le falte una pierna o que padezca el
síndrome de down.
Si el concepto de vida humana escapa
rigor del conocimiento científico, ¿qué valor tiene que un científico nos hable de algo que escapa al rigor del conocimiento
científico? ¿Qué valor tienen todos los títulos de Kornblihtt? ¡Él mismo se está declarando incapaz! Y más aún: si escapa rigor del conocimiento científico, tampoco se
puede establecer científicamente la no-humanidad del embrión. ¿Por qué
deberíamos ponernos de acuerdo en que el embrión no es un ser humano si no hay
acuerdo sobre el status del embrión?
CUARTO
ROUND: vuelve el jurista.
Luego, de nuevo, Kornblihtt vuelve a
meterse en el Derecho (¿los datos científicos no eran suficientes?). Pretende
mostrar que el embrión no es una persona, a diferencia del ya nacido, diciendo:
“la pena por practicar un aborto es mucho menor que la pena por matar a una
persona…”. El especialista invoca, asimismo, “el hecho de que esté permitido
(¡!) abortar en casos de violación o de peligro de la vida de la madre”. Son
dos los puntos que deben abordarse: las penas, por un lado, y la supuesta
permisión para el aborto.
En primer lugar, como ya dijimos, el
aborto está penado. Y está penado precisamente porque el embrión es una
persona: de hecho, el artículo 85 del Código Penal contempla el delito del
aborto en el marco de Delitos contra las
personas/Delitos contra la vida.
En segundo lugar, puntualicemos que, en
la Argentina, el aborto no está “permitido” sino que en algunos casos se
considera “no punible”. Una acción antijurídica se declara no punible cuando la ley, por algún motivo, decide no perseguirla y
por tanto no castigarla. Por ejemplo, el robo es una acción antijurídica pero
realizado por un menor de edad no es punible. Aún demostrada su culpabilidad, el
joven no será castigado. Hacer trabajar a un menor también es antijurídico pero
no es punible siempre y cuando sean los padres, tutores o guardadores del niño los
que lo hagan trabajar. Con todo y sin embargo, siguen siendo acciones
antijurídicas y, por tanto, contrarias a la justicia.
Por último, cuando la ley declara no punibles ciertos homicidios –el
aborto en caso de violación de mujer idiota o demente, por ejemplo– no está
afirmando la inexistencia de la persona muerta. De hecho, la ley considera no punible el homicidio en el
caso de la legítima defensa. ¿Y acaso el atacante abatido en esta
circunstancia no es persona? Sí: tanto como el embrión.
QUINTO
ROUND: Mejor ni lo hubieses abierto
Algún espíritu maléfico –quizás el
genio cartesiano– indujo a Kornblihtt a abrir el diccionario para probar que el
aborto no era un homicidio. Otra explicación no hay, porque nuestro prestigioso
científico leyó que en “la sexta edición de un diccionario de genética de King
y Stanfield (2002)” se proponen dos acepciones de la palabra aborto, definido como:
a) “la expulsión de un
feto humano del útero por causas naturales antes de que sea capaz de sobrevivir
independientemente”.
b) “la terminación
deliberada de un embarazo humano muy a menudo realizada durante las primeras 28
semanas de embarazo”.
Kornblihtt cierra triunfalmente su
diccionario y concluye con festividad digna de mejores nupcias: “Como se ve, en
ninguna de las dos acepciones se menciona la vida humana, ni la palabra matar u
homicidio”. Entendido: el mundo entero le
clavó el visto. Está llegando la corona para el campeón. Lipovetzky, Rubinstein,
Cristina Kirchner y Mauricio Macri están corriendo para llevársela… cuando de
repente aparecemos nosotros, interrumpimos la orgía y clamamos voz en cuello: ¡Es un diccionario de genética, no de
derecho y leyes! ¿Se dan cuenta? Además, el diccionario no dice homicidio pero habla de feto humano y de embarazo humano. Como dice el precitado González
Pondal, el gran descubrimiento de Kornblihtt es haber encontrado un diccionario
de genética que no utiliza una terminología jurídica.
Lo cierto es que el catedrático del
CONICET ha cortado la rama que a él mismo lo sostiene. Su propia fuente no
habla de un órgano ni de un casi-órgano-de-la-madre. Por lo visto, el autor del
diccionario tampoco sintió escrúpulo alguno en llamar feto humano o embarazo humano al
embrión humano, al contrario de este
Doctor en Ciencias Químicas que no podría ver a un elefante en un zoológico
vacío. ¿No es increíble que sea el mismo Kornblihtt el que trae a colación el diccionario?
Por eso pensamos que en realidad, algún perverso genio ha de haberse metido
en su cerebro y le ha obligado a invocar este salvavidas de plomo. Sin contar
que el especialista habla del aborto como “la terminación deliberada” de un
embarazo humano muy a menudo durante las
primeras 28 semanas, ignorando que hoy en día los médicos salvan a bebés
prematuros de 25 semanas de gestación. El progreso científico no cesa de
incrementar las posibilidades para los mismos que Kornblihtt no hubiese tenido
vergüenza en eliminar.
COLOFÓN
Termina diciendo Kornblihtt, siguiendo
a los sofistas de la Antigüedad: “No hay un absoluto y los legisladores deben
legislar para todos”. Como siempre, como lo sabemos ya desde Sócrates, Platón y
Aristóteles, nada es absoluto… salvo las ideas de ellos. No hay un absoluto… pero el
embrión no es un ser humano. Y esto es absolutamente cierto. “¡Todo adoctrinamiento es malo…!” Salvo
el adoctrinamiento abortista en el Nacional Buenos Aires o en el Carlos
Pellegrini. “¡Todas las posiciones son
válidas!” Salvo la defensa de la vida del inocente en el vientre materno. “¡Toda violencia es censurable…!” Salvo la agresión contra los templos
católicos en el marco de Autoconvocadas. Está
bien que refutemos, que rebatamos las posturas abortistas. Pero
desenmascararlas es mejor. Vamos a ello con una adivinanza.
¿Adivinen quién dijo el 28 de febrero
de este año, entrevistado por radio: “Vida humana en el sentido de la
organísmica, del organismo, como dije antes, es un proceso continuo que comienza
con la fecundación en el seno materno o también podría comenzar con una
fecundación in vitro…”. ¿Quién lo dijo? Lo
dijo el mismísimo Alberto Kornblihtt, en conversación con María O´Donnel, Tarde para Nada, Radio Con Vos[3].
Sí, estimado lector. Leyó usted el término fecundación. Leyó “vida humana” (¡pardiez!).
Sí, estimado lector. Leyó usted el término fecundación. Leyó “vida humana” (¡pardiez!).
¿Cómo es, Profesor? ¿No era que el
concepto de vida humana era “una convención arbitraria que respondía a acuerdos
sociales, jurídicos o religiosos y blablabla?
No, Kornblihtt. No conteste. Vaya,
haga penitencia, conviértase y crea en el Evangelio. No queremos estar en su
pellejo. Nunca, pero especialmente no quisiéramos estar el Día en que el Dios Vengador
de Inocentes lo llame a dar cuentas por la sangre derramada que Usted, con sus
palabras, colaboró a verter.
Nosotros, por el contrario, sigamos
peleando por el Triunfo Definitivo de la Verdad y la Justicia. Peleemos como si
nosotros mismos fuésemos esos embriones cuya vida, en este momento, está en
peligro. ¿No nos gustaría acaso que los ya nacidos nos defendieran con toda
la fuerza que tengan? Muy bien: Hagámoslo
entonces nosotros.
La verdad es tan clara y fuerte que es imposible vencerla. Muy simple y clara la réplica a este Doctor, en no se qué.
ResponderEliminar¡Qué paliza le diste! Ganaste por knock-out!!!
ResponderEliminarFelicitaciones y a seguir peleando.
Es un ignorante revestido de apariencia científica pero se olvida q toda ciencia se basa en teorías q son refutables y por lo tanto no absolutos, es decir q tienen bases de arena como toda su exposición carente de argumentos sólidos q aporten algo bueno o humano. Patético es tener título para Nada!
ResponderEliminarNo cabe duda de q la guerra es de satanas contra DIOS. para revolver su cabeza asi..y despues dejarlo en ridiculo antes sus pares y de todos...Excelente tu trabajo!!
ResponderEliminarQué esperabas si es del pueblo de los que mataron a Dios. No sé si notaron que casi todos los propulsores del aborto son de esa asquerosa colectividad.
EliminarIba a poner malparido, pero j6dío maldito y MENTIROSO, IMPUGNADOR DE LA VERDAD queda más fino.
ResponderEliminarQue necesidad tiene de defender lo indefendible?Cómo se desprestigia la ciencia y el CONICET con éste tipo de investigadores.
ResponderEliminarSr. Monedero, excelente su respuesta. Sería muy interesante se haga pública su respuesta a través de medios masivos de comunicación.
ResponderEliminarCon este investigador, ya son 2 los profesionales del Conicet que defienden y promocionanb el aborto. Deberían preguntar los legisladores cómo es posible que se financien investigaciones por quienes quien lucrar con el aborto mundial y cómo es posible que el Conicet no está al servicio de mejorar la vida de toda persona y en toda etapa de su desarrollo. Cómo son seleccionados los temas a investigar, cuál es la política de prioridades de temas y quién los autoriza.
Era de esperar que desde el Conicet salieran a defender la vida con argumentos claros, lógicos y naturales...solo lo hicieron desde un lógica ideológica.
Muchas gracias, estimado. Si tiene direcciones de correo electrónico de periodistas o personas ligadas a los MMCC, con gusto les puede hacer llegar mi réplica. Saludos cordiales.
EliminarExcelente refutacion a tan mentiroso como soberbio personaje.
ResponderEliminarFelicitaciones!!
1. "Pues bien, si los humanos somos mamíferos placentarios, entonces un embrión –que crece dentro de la placenta– gestado por una mujer de la especie humana debería ser tan humano como nosotros. ¿O no?"
ResponderEliminarNO. Un embrión no tiene pelos ni produce leche, por lo tanto no es un mamífero (y tampoco humano).
2. “…que si el embrión fuese “casi un órgano de la madre” (y no distinto de su progenitora), entonces tales anticuerpos defenderían solamente al propio individuo que los produce. A propósito: ¿advierte Kornblihtt que no puede haber MADRE sin haber un HIJO?
Esto ni vale la pena aclararlo porque es semántico. Está claro que lo que dice es que la madre brinda inmunidad al embrión. El hecho de llamarle madre a la gestante no humaniza al embrión, aunque es su hijo desde el momento es que se configura en su deseo de ser madre. La dra. Stolkinner lo explicó muy bien.
3. “Es decir: esos cambios que le ocurren al embrión y más tarde al feto son necesarios para que el nacido progrese. O sea: el embrión, el feto y el nacido son el mismo ser. Precisamente por eso –porque se trata del mismo ser–, no progresaría en su crecimiento la persona ya nacida de no haber experimentado esos cambios epigenéticos en el pasado, dentro del útero. Salvo el perverso deseo de pretender establecer el aborto a cualquier precio, no hay fundamento para decir otra cosa”
EL “ser” es una categoría metafísica no biológica. El embrión, feto, y el bebé son el mismo cuerpo en diferentes estado. No puede progresar un nacido que no nació (que no experimentó los cambios epigenéticos debido a un aborto). Esto es un descubrimiento?
4. El científico no ha demostrado el carácter no-humano del embrión –como prometió ante el Senado– sino simplemente su condición placentaria.
Supongo que se concluye esto con base en los razonamientos equivocados anteriores, por lo que no hay razones para que esta afirmación sea verdadera.
5. “1) el adverbio completamente implica que el bebé –antes del nacimiento– ya estaba separado de la madre, pero no completamente;”
No. Implica que el nacido estaba unido pero no completamente. No tiene sentido separar completamente algo que ya está separado.
“y 2) más importante aún: el bebé es bebé antes de ser separado completamente de la madre. Es el sentido común que brota por los poros del lenguaje, aunque al especialista del CONICET–UBA no le guste”
Este razonamiento es equivocado y se deriva del razonamiento anterior.
No continuo porque no tengo más ganas, es fácil y aburrido entender todos los errores de razonamiento que tiene este post. Me daría vergüenza y lo borraría.
Qué lástima que no continúes porque no tenes ganas.
EliminarAvisame cuando te vuelvan, porque deseo responderte.
Excelente!
EliminarEl supuesto comentario buscando errores comete un grave error solo en el punto 1.
Eliminar"NO. Un embrión no tiene pelos ni produce leche, por lo tanto no es un mamífero (y tampoco humano)." Segun esta negacion, un niño no es ni humano ni mamifero por que tampoco produce leche.... Saludos
Aun teniendo en cuenta de que parte de errores de interpretación, este texto es malo con ganas. Bueno, algo se le puede rescatar: no es peor que el artículo sobre feminismo, ese si da vergüenza ajena
ResponderEliminarExplícate un poco mejor, por que lo único malo y con ganas es tu comentario, que da una opinión general sin argumentos! saludos
EliminarExcelente artículo.
ResponderEliminarQue articuló más nefasto
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