Tevez, ese maldito homofóbico
Por Fernando Rosales
Por Fernando Rosales
Con la colaboración de Juan Carlos Monedero (h)
“River
Plate, que p… que sos”, “están saliendo con un chabón, son los de Tigre y los
de Morón”, “Rojo p…, ohhhh, rojo p…, ya todos saben vos aguante no tenés”, “Ay
cervecero, que p… que es tu hinchada¨; la lista podría ser infinita. Quien
alguna vez fue a la cancha seguramente tildó a su rival de homosexual
empedernido. Sería imposible hacerles caer todo el peso de la policía de lo
políticamente correcto a cada uno de los que durante 90 minutos son Pavarotti en la tribuna. Por eso los
bien pensantes de siempre buscan casos ejemplificadores que sirvan de
escarmiento –de correctivo– la sociedad toda. ¡USTED NO PUEDE PENSAR ASÍ! ¿POR QUÉ? ¡PORQUE NOSOTROS LO DECIMOS!
Hoy
el caso ejemplificador es Carlos Tevez. Resulta ser que el jugador de Boca
Juniors, recientemente incorporado al club de la Ribera, osó decir en una
entrevista: "A Lito yo lo llevo al
barrio conmigo. Es chico todavía, pero... imaginate. La madre, los abuelos, el
único varón. Si no lo llevo al barrio a que le den un par de cachetazos, está
ahí de doblar la muñeca". ¡¿Cómo Tevez va a decir que no quiere que su
hijo doble la muñeca?! Esta frase es un resabio del heteropatriarcado opresor,
obviamente. ¡Tevez tiene que pagar! ¡Tevez tiene que ser castigado! ¡A la
horca! Sin demora, con un apuro digno de mejor causa, la Federación LGBT –desde
su Secretaria de deportes (¿?)– manifestó su repudio por los dichos del
futbolista. Página/12 también se hizo
eco desde su insobornable trinchera periodística.
Es
probable que Carlitos, El apache, no sepa qué dice el
Catecismo sobre la homosexualidad; es muy probable que no le importe mucho
tampoco. Simplemente él habló desde la sensatez y la humildad de la persona
impermeable a las ideologías deformadoras de la realidad, como la llamada perspectiva de género. Fuerte Apache no
es la facultad de Filosofía y Letras con todos sus vendedores de pan relleno
preocupados en salvar el mundo desde una óptica de género. Fuerte Apache tiene
necesidades, y necesidades serias, como para andar discurriendo sobre la tasa
de mortandad de los transexuales. A esto es impermeable Carlitos.
Tevez
no quiere para su hijo lo que Gabriela Mansilla quería para el suyo, Manuel,
quien a los 6 años fue sometido a un cambio de DNI, pasándose a llamar Luana,
porque –según la madre– él se sentía
princesa. Hoy, Gabriela es convocada desde diversos espacios de “formación”
para dar cátedra sobre infancias transexuales, algo perfectamente normal, algo
que sigue el protocolo de lo que debe ser un niño hoy, no esas aberraciones de
jóvenes jugando a la pelota y recibiendo sopapos… ¡un horror! ¡Eso no!
Es
probable que sobre el Apache hagan
caer el poder coercitivo de un lobby siempre presto a perseguir a quienes alzan
la voz para manifestar una herejía sobre los dogmas de la corrección política
reinante. Ya lo hicieron el año pasado con Mónica Dinucci, embajadora en
Islandia, quien se oponía a la adopción de menores por parte de parejas
homosexuales. Es muy probable que en los próximos días –como ocurrió hace muy
poco con Facundo Arana[1]–,
luego de tanta presión mediática, Tevez salga a disculparse, a dar
explicaciones, que intente matizar, bajar el tono, no lo sabemos. Lo que sí
sabemos es que cuando habló desde el corazón, que como todo lo bueno está a la
derecha, estaba materializando el siguiente pensamiento: “NO QUIERO QUE MI HIJO SEA P….”.
[1] Al
respecto, cfr. http://apologetica-argentina.blogspot.com/2018/01/el-caso-arana-o-una-nueva-demostracion.html
Estoy con Tevez. No tiene por que disculparse. Tiene todo el derecho y hasta la obligación de no querer que su hijo lleve una vida infeliz yendo contra su propia naturaleza, que lleva en sus genes y en todo su ser.
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