Bahía Blanca, lunes 24
de septiembre de 2018
Carta
abierta a Monseñor Fray Carlos Azpiroz Costa
Pamela
Mas de Cachero (médica provida)
S.E.R. Monseñor Fray Carlos Azpiroz Costa
Mi nombre es
Pamela Mas. Soy esposa, médica, y madre de un niño de 14 semanas de gestación
en camino.
Le escribo
estas líneas en calidad de hija de la Iglesia, y haciendo uso del derecho a la
corrección fraterna, con profundo dolor, decepción y enojo por el rol que usted
y muchos Obispos de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) han adoptado desde
el 1 de marzo, día oscuro para nuestro país, en que se dio inicio al debate
de lo innegociable: la vida humana.
Muchos de
nosotros esperábamos que usted, como ARZOBISPO y pastor que es, adoptara un rol
precisamente de guía y cabeza de esta pequeña iglesia, como corresponde a su investidura. Por el contrario, fuimos testigos
de una iglesia tibia, cobarde y servil al nefasto gobierno de turno.
En primer
lugar, lo he escuchado decir “que el Estado se empeñaba por clericalizar el
debate, pero que esto era cuestión de medicina y derecho”. La cuestión del
aborto es primariamente una cuestión de fe. Por algo la Iglesia es Madre y
Maestra: es parte de su función enseñarnos. La labor de ustedes consiste en la
salvación de las almas, ese es el fin último. ¿Cómo puede ser que el aborto no
sea una cuestión de fe cuando existe un quinto mandamiento? El Concilio
Vaticano II calificó al aborto como “crimen abominable”, frase que el Santo
Padre Francisco cita en el año 2014. ¿Y cómo puede ser que, si es un homicidio,
usted persiga y tilde de “inmisericordes” a los que, como yo, decimos que la
mujer que aborta es homicida? Habrá atenuantes, habrá mujeres victimarias y
víctimas, eso no lo juzgo, para eso la ley contempla caso por caso, como Dios
mismo lo hace. Reconocer que la mujer que aborta es homicida no es pecar contra
la Misericordia, sino al contrario, reconociendo la gravedad de su pecado,
sabemos que Dios, si hay arrepentimiento sincero, perdona. Porque Él sí, y no
usted ni nosotros, es rico en Misericordia. Recuerdo un salmo que reza “La
misericordia y la justicia se besan”. Es justo llamar al aborto por su nombre.
Y a todos los que participan en este crimen también (madre, padre, amigos,
personal sanitario, legisladores, gobernantes).
Usted dijo
también que se eligió a Mons. Bochatey, experto en Bioética, como portavoz de
la CEA, pero renegó que los medios de comunicación lo humillaran y
tergiversaran su discurso. Déjeme decirle, con profundo respeto, que a la
mayoría de los laicos que hemos participado en los medios nos han ridiculizado,
difamado y humillado. ¿Y? ¿Cuál es el problema? Ninguno nos hemos quejado de
esto, al contrario, nos gloriamos en las bienaventuranzas.
Muchos hemos
expuesto nuestros nombres, reputación, matrícula y hasta puestos de trabajo con
tal de defender al no nacido. Por militar de una manera tan firme muchos nos
han quitado hasta el saludo. Desgraciadamente lo hicimos con un gran
sentimiento de orfandad y soledad, porque nuestra propia iglesia no estuvo a la
altura de las circunstancias. Déjeme decirle, con pena, que si esta ley del
aborto no salió, no fue gracias a Uds., pastores y guías de la iglesia, sino
gracias a Dios, a nuestra Señora de Luján y al pueblo valiente de laicos, y un
puñado de curas. Cabe destacar también, el encuentro que realizaron nuestros
hermanos evangélicos el 4 de agosto: a ellos los vimos orando sin vergüenza
ante cámaras, nombrando a las cosas por su nombre, y pidiendo por la sanación y
conversión de estas mujeres. Sin embargo, en Luján los hemos escuchado decir que
el aborto es una “tragedia”… ¿sólo una tragedia, sólo un drama? ¿Es tan difícil
llamar a las cosas por su nombre?
Finalmente,
vemos con tristeza que este tema no finaliza acá. Ahora, con la Educación
Sexual Integral, el Estado totalitario se pretende adueñar de la inocencia de
nuestros hijos. Si esta ley, ya existente desde el 2006 (que tiene sus serias
objeciones morales), se llegase a modificar y se agregase la perspectiva de
género no-científica, peligra seriamente la salud espiritual de nuestros niños.
Muchos matrimonios de Bahía Blanca, en vez de encontrar un refugio en los
colegios católicos, se encuentran en estos con la difusión de la ideología de
género y la mentalidad anticonceptiva. ¿Cómo puede ser esto? Y si la iglesia no
nos da respuesta, ¿a quién recurrir entonces?
Creo que
tienen la oportunidad de cargarse la Patria y las almas al hombro, y de liderar
una fuerte campaña para que esto no llegue a su legalización. Ya vieron que los
laicos estamos con ustedes, esperando que asuman el rol que les fue asignado
por Cristo. Estamos dispuestos a seguirlos y acompañarlos, a alentarlos y a no
dejarlos solos. Recuerdo al valiente Cardenal Cipriani de Perú, que alentó a
sus fieles a protestar masivamente contra la ideología de género.
Hago público
mi reclamo y mi corrección, porque pública fue la omisión suya y de muchos
Obispos de la CEA.
Sin más,
saluda a ud. filialmente en Cristo y María Santísima, Nuestra Señora de la
Merced.
Pamela Erica Mas de Cachero
DNI 33247397
Especialista en clínica médica
MP 2858
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