Por qué sí importa
discutir la cifra
“A ver, yo he dicho toda la vida que hubo acá treinta mil desaparecidos sabiendo que no
hubo treinta mil. ¿Por qué? Porque era una consigna. Y como consigna soy libre de decir lo que tenga ganas. A mí lo que me parece con ésto es que hacer una ley que obligue a la gente a decir
eso –y si no lo dice que la sancionen–
es impedirle pensar en libertad”.
Jorge Lanata.
PPT, 28-08-2016
Por Juan Carlos Monedero (h)
Importa discutir la cifra. Sí, importa
mucho. “No, no discutamos la cifra, estemos en paz, busquemos la reconciliación
de la Argentina , la
reconciliación entre los hermanos enemistados”. A ver, hablemos claro. No puede haber reconciliación donde
no hubo nunca acuerdo. ¿Qué
conciliación cabe entre quienes derramaron sangre inocente y quienes fueron
injustas víctimas? ¿Qué conciliación cabe entre quienes reivindican y siguen
reivindicando el accionar terrorista –denominado, diplomáticamente, lucha armada– y
quienes lo combatieron, en el marco de la legítima defensa, más aún, en el
marco de una guerra justa?
Importa
discutir la cifra. Importa discutirla porque a esta cifra la sostuvo la
credibilidad de muchos: hubo personas a las que les creímos cuando juraban que
hubo 30.000 desaparecidos. Les
creímos cuando
afirmaban, vehementemente, que esa era la cantidad. Pero esas personas –ligadas
a los organismos titulados de “Derechos Humanos”– no sólo afirmaban una cifra
sino que también afirmaban otras cosas. Con no menor ímpetu, aseveraron cosas
en base a las cuales los argentinos hemos “reconstruido” la historia. Multitud
de juicios, opiniones, veredictos, sentencias, resoluciones, etc., se
desprenden de personas que sostienen la cifra de “Los Treinta Mil”.
¿Y si
es una mentira?: "yo
he dicho toda la vida que hubo acá 30 mil desaparecidos sabiendo que no hubo 30
mil". Entonces, forzosamente queda en jaque también la credibilidad de estos sujetos. Salvo aquellos hechos
que pueden ser probados de forma independiente, necesariamente toda la
reconstrucción de los
años 70' se halla bajo fuego. Se desplomó esta credibilidad y, con ella, una parte sustancial de la pseudo historia que
–desde Alfonsín a Macri– predomina en las cátedras y en los medios de
comunicación. Si cae la cifra, cae una pata de la
mesa de esta historia distorsionada. Si cae la cifra, cae todo.
A eso
le tienen miedo muchos. Exactamente por este motivo, nadie en el país desea discutir a fondo -y con todas sus consecuencias- la
cifra de los desaparecidos.
Todo lo
demás se puede discutir.
Se
puede debatir el aborto en el Carlos Pellegrini. El número de los
desaparecidos, no.
Se
puede discutir si la defensa del
médico fue –o no– excesiva. El número de los desaparecidos, no.
Puede
haber una controversia respecto de si un hombre vestido de mujer puede competir
en el Hockey con las mujeres o con los varones. Sobre el número de los
desaparecidos, no, no puede haber controversia alguna.
Puede
debatirse –y darse alternativamente espacio a unos y a otros– si el consumo de
drogas puede ser despenalizado.
Todo,
absolutamente todo se puede discutir; sobre infinidad de temas puede haber puntos de vistas
distintos. Sobre el número de los desaparecidos, no.
¿Y qué hay de la inesperada confesión de
Jorge Lanata? Es paradójico si no patético que se presente como un periodista
preocupado porque la gente “piense en libertad”. Aceptar una cifra falsa, ¿no
impide acaso “pensar en libertad”? Mentir descaradamente, ¿no impide “pensar en
libertad”? Aceptar como verdadero algo que es falso, Lanata, ¿no impide “pensar
en libertad”? Este cinismo se ha enquistado hasta tal punto que no hubo una
sola persona del público que, poniéndose de pié, le espete al fundador de
Página/12:
“Si Usted ha mentido descaradamente sobre la cifra de
los 30 mil, ¿cómo podríamos creerle en otros temas?”.
En
efecto, ¿por qué no pensar que al menos una parte de sus diatribas contra el
kirchnerismo son, también, meras “consignas” que no tienen por qué estar
sujetas a la realidad? ¿Por qué no pensar también que quienes han
repetido la mentira de los
treinta mil son “libres” de
decir “lo que tengan ganas” en lo que a los resultados de sus investigaciones
se refiere, en vez de presentar lo que rigurosa y concretamente ocurrió? ¿Qué
credibilidad queda en un periodista cuando confiesa –y muy suelto de cuerpo–
frente a una de las audiencias más importantes del país, que ha mentido políticamente?
Voltaire –ese espíritu desdichado que
fuese tan bien retratado por el ilustre Hugo Wast– también usó la mentira como
arma de combate ideológico. El “Mentid, mentid, que algo queda” es autoría
suya. Pues bien, Voltaire hizo escuela y llegó a la
Argentina.
Hay que extraer todas las consecuencias de
esta auténtica “confesión de parte”. Porque no sólo fue Lanata.
Hasta la misma Graciela Fernández Meijide sostuvo que la cifra de los 30 mil
desaparecidos “es simbólica”[1],
una “mentira”[2]. Y también Luis Labraña, que perteneció a la agrupación terrorista Montoneros, cuestionó la cifra en el marco del programa
de Mauro Viale[3]:
Mauro Viale–¿Usted dijo que habían 30 mil desaparecidos y era mentira?
Luis Labraña–Sí. Recién decía “La leyenda de los 30 mil desaparecidos”.
No fue una leyenda, fue una necesidad (…) Hacíamos lo imposible para apoyar a
una resistencia que estaba en la Argentina contra el Proceso Militar y tratar de ayudar a las Madres de Plaza de
Mayo (…) Una mentira política, si usted quiere.
¿Y
entonces? Todo tiene que caer, todo tiene que ser revisado. Hay que replantearse la idea de que la autoridad se convierte en
mala en la medida que se asemeje a los militares, esto es, en la medida en que
“reprima”… Debe caer el mito de los jóvenes idealistas, “perseguidos” porque “luchaban
por un boleto estudiantil”. Los mismos que nos decían aquéllo, nos mintieron
sin vergüenza sobre la cifra. ¿Les vamos a creer en una cosa y en otra no?
¿Nos
damos cuenta hasta qué punto nos vemos obligados a una crítica despiadada sobre los lugares comunes de muchos
argentinos? ¿Podemos seguir creyéndonos que hubo “Terrorismo de Estado”,
aceptando mansamente las "consignas políticas" de los mentirosos que nos dicen en la
cara que son mentirosos? Ya es momento de hablar, apropiadamente, de una legítima defensa por parte del estado frente a la subversión homicida. Y distinguir
entre cuán legítima fue esta defensa,
apartándose claramente de sus excesos.
Nada
sólido puede construirse en base a una mentira. Corresponde sacar todas las
consecuencias de estas confesiones y volver a reconstruir o, mejor dicho, a
redescubrir la historia.
Afortunadamente, no estamos solos y tampoco necesitábamos de estos testimonios
para saber de esta falsedad. Son muchos los que, antes y desde hace mucho, se
han animado a cuestionar no sólo la falsedad de la cifra sino la totalidad del
relato (un relato de los años de plomo que el kirchnerismo utilizó como escudo moral para justificar el sistemático saqueo de la Argentina). Son muchos los que han puntualizado, distinguido y explicado
–tema por tema– la catarata de mentiras, engaños y falsedades presentes en la Historia Oficial. Bienvenido sea, sin embargo, esta
confesión de parte, que nos permita renovar las fuerzas para el combate por la Verdad Histórica,
la verdad de nuestra Patria, dado que sólo la
Verdad nos
hará libres.
Publicado el lunes 19 de septiembre del año 2016
[1] http://www.perfil.com/politica/graciela-fernandez-mejide-la-cifra-de-los-30-mil-desaparecidos-es-simbolica-0208-0128.phtml
Excelente análisis. Lo primero que se me ocurre para seguir sosteniendo la versión de los 30.000, son los millones de dólares que pagamos todos los argentinos en concepto de indemnización a los familiares de los ¿desaparecidos?
ResponderEliminarExcelente análisis
ResponderEliminarMuy buena observación, si partimos de que la cifra es mentira,(que lo es) ¿como podremos creerle el resto?... De por medio hay muchísimo dinero nuestro dilapidado en delincuentes con la excusa de las reparaciones.
ResponderEliminarMuy bueno, en su página desaparecidos.org está la suma "real". Qué como vos y Aldo Rico me enseñaron a usar, ya que con eso puedo revertir cualquier debate en mi favor.
ResponderEliminarHOY SE QUIERE UNIDAD EN LA MENTIRA, EL AMOR AUTENTICO Y SUS DERIVADOS, RECLAMAN LA VERDAD COMO BASE...MUY BUEN ANÁLISIS...
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