jueves, 11 de enero de 2018

El caso Arana o una nueva demostración de los abortistas - Por Juan Carlos Monedero (h)

El caso Arana o una nueva demostración de los abortistas

Por Juan Carlos Monedero (h)


El año apenas está iniciado y no parece que se encuentre exento de polémicas. El lobby no descansa, ni siquiera en enero. Las recientes repercusiones de la todavía fresca disputa que –en este nuevo ring virtual que es Twitter– tuvo como protagonistas a Facundo Arana y Tomás Dente por un lado, y a Muriel Santa Ana y Malena Pichot por otro, no merecerían ningún comentario si no fuese por la entidad del tema tratado: la vida del niño por nacer. Es de celebrar que al menos por esta vez la farándula se agite por un asunto de mayor importancia que los comentarios de Moria en el Bailando.
Para quienes no estén al tanto de este cacareo virtual, a principios de mes, Facundo Arana –en una entrevista que le hicieron en Mar del Plata– expresó su alegría por el embarazo de Isabel Macedo, con quien mantuvo una relación de diez años. Luego de mostrar su felicidad por verla “realizada como madre”, la furia abortista no se hizo esperar. Llovieron comentarios, tuits, opiniones cruzadas, se armaron paneles y batallas campales en los medios de comunicación: en un abrir y cerrar de ojos, Arana dejó de ser un conocido actor para convertirse el victimario de los derechos de las mujeres. El Enemigo del Pueblo, diría Ibsen. Y todo porque dijo algo que las innumerables fauces pro aborto se esfuerzan en sepultar: hay mujeres que se realizan cuando alumbran el milagro de cobijar vida.
Todo empezó cuando la actriz Muriel Santa Ana –afectada por el enfermizo hábito de retorcer y de volver odiosas las cosas buenas– respondió al galán de telenovelas: “Le pregunto a Facundo Arana qué piensa de las mujeres que no tienen útero. ¿Qué son para él? ¿Seres humanos imposibilitados de realizarse?”. En otro tuit fue aún más lejos: “aborté a los 24 años estando en pareja porque no quería ser madre”.
Lo primero que hay que notar es cómo se cambió el eje de la discusión: el escándalo es la frase de Arana, y no la patética confesión de la intérprete. De manera inesperada, Tomás Dente –panelista de Intratables, abiertamente homosexual– le salió al cruce a Muriel Santa Ana, mencionando la palabra justa: asesinato. La Policía del Pensamiento no se hizo esperar. El aluvión de críticas fue notable, encabezado por la reconocida activista de los “derechos de la mujer” Malena Pichot, quien el año pasado alentó a quemar la Catedral de Resistencia en el marco del ya conocido Encuentro Nacional de Mujeres Autoconvocadas.
El episodio de este enero cuenta con varias aristas. Para empezar, se trata de una pugna bastante desigual: una batería de perros rabiosos –comunicadores sociales, artistas, actores y periodistas– sumaron intempestivas críticas que no sólo alcanzaron a los comentarios. Los blancos fueron los mismos Arana y Dente, absolutamente despersonalizados: dos miserables a quienes no se podía –no se debía– conceder ni un vaso de agua, y respecto de los cuales valía todo. Un establishment culturoso, de inequívoca matriz progresista, les estaba mostrando los dientes, al mismo tiempo que los insultaba y descalificaba como impotentes mentales: “basura de mierda”, “me das asco”, “pelotudo” fue la dedicatoria de Pichot para con Dente. “Estamos hartos de ustedes, los falocéntricos”, lanzó por su parte Muriel Santa Ana. Y no se privó de agregar: “en mi familia me enseñaron el principio de igualdad y libertad (…). Cristianismo, hipocresía, idea de clase y racismo, no me enseñaron. Lo siento”.
A los dos días, Arana intentó bajar el tono, disculpándose por haber dicho lo que pensaba e incluso lo que sentía desde el corazón. Abortistas Uno, Arana Cero. Aunque su pedido de disculpas, para quien lo sepa leer, esconde una sutil ironía[1].
Por otra parte, ni la condición de homosexual salvó a Tomás Dente del aprieto: recibió una paliza mediática por llamar a las cosas por su nombre; lo accidental es el comportamiento sexual de Dente –o su valoración positiva de Ni Una Menos–, lo esencial es que haya dicho “El Rey está desnudo” recibiendo los hipócritas bastonazos de quienes reprobaban su calificación al mismo tiempo que eludieron pronunciarse sobre el tema de fondo: Si hay vida humana en el vientre materno, el que la elimina es un asesino. Guste a quien guste y caiga quien caiga.
El año se abrió con estos dos claros ejemplos de Corrección Política, estas demostraciones de fuerza del lobby abortista, cuya naturaleza se comprende a la luz de otros casos anteriores, no tan lejanos en el tiempo. Todavía tenemos fresco el episodio de la psicóloga María Belén Catalano, quien recibió numerosas críticas por haber informado a una menor los efectos del aborto –que estaba a punto de realizarse– logrando revertir su decisión[2]. En ambos casos, se logró invertir el centro de la cuestión. Con habilidades dignas de un sofista, prácticamente todos criticaron a Facundo Arana mientras elogiaban a la actriz que había matado a su hijo. De la misma manera que, hace algunos meses, no se hizo foco en el posible asesinato de un niño –que se evitó por poco– sino en la intervención de una profesional, que habría “pisoteado” el derecho incuestionable de quitarle la vida a un hijo por el hecho de llevarlo en el propio vientre.
¿Cómo no advertir que los mismos que se rasgan las vestiduras por una frase en una entrevista de Arana o por la acusación de Dente guardan un calculado silencio ante otras expresiones? Hace un año, el conocido periodista Ernesto Tenembaum restó importancia al consumo de pornografía infantil, con el argumento de que verla no constituye un delito tipificado[3]. Y en vísperas de Autoconvocadas 2017, como ya referimos, la Pichot se despachó con su propuesta de incendiar la Catedral, “símbolo del mal”, según sus propias y elocuentes palabras[4]. Pero no hubo una Cruzada Mediática contra ninguno de los dos. ¿Estarían descansando los eternos profesorcitos de la Corrección Política? ¿O quizás cabría aplicar para este caso el conocido dicho de “El que calla, otorga”?
No deja de llamar la atención el tratamiento que los diarios de mayor circulación del país –La Nación y Clarín– dieron al tema. Como siempre, los hijos de Bartolomé Mitre la jugaron de equilibrados, mientras que el diario de los argentinos mostró su desgastada carta de transgresor. Así, en La Nación se pudo leer que “el derecho al aborto sigue siendo un tema que divide las aguas y que merece ser discutido y tratado en profundidad” [5], posando una vez más de mesurados. Clarín, al menos, apoyando enérgicamente a la filicida Santa Ana, no caerá en el dantesco círculo reservado a los que en épocas de crisis moral, mantuvieron la neutralidad.
Pero nosotros no queremos mantener la neutralidad. Queremos seguir llamando a las cosas por su nombre. Y por eso no nos podemos, ni queremos, mantener callados. Lo que nos lleva a desenvainar la espada de la palabra para intentar poner luz donde haya confusión, claridad donde reina el equívoco y valentía donde la genuflexión para con los poderosos es la regla. Somos conscientes de que una de las principales razones del avance de prácticas criminales –como el aborto– es la inacción de los que piensan diferente pero callan o realizan acciones inconducentes. Se trata sin duda de una lucha política, pero también cultural, ideológica y espiritual. Y por eso debe ser librada con todas las potencias del alma, atendiendo al objetivo perseguido por estos “formadores de opinión”: disciplinar el pensamiento y la palabra a través de demostraciones de fuerza. Porque a estos comunicadores no les interesa tener razón, les interesa demostrar poder, pretendiendo amedrentar a todo aquel que ose discutir sus dogmas.
Frente a este despotismo mediático, resistir no es sólo una obligación del que conoce la verdad sino un acto de soberanía intelectual. Nos quieren obligar a que no digamos ni pensemos lo que sabemos que es correcto. Lo que deja la decisión en nuestras manos: ¿tomaremos el camino de ser valientes y de decir que las cosas son lo que son? ¿Leones o corderos? ¿Esbirros de lo políticamente correcto o testigos intrépidos de la Verdad? Nuevamente, los argentinos nos vemos situados ante este dilema.




[1] “Me disculpo por decir que una mujer se realiza con la maternidad o por encontrar al amor de su vida”.
[2] Cfr. http://www.notivida.org/boletines/1043_.html
[3] Cfr. http://www.bigbangnews.com/farandula/Tenembaum-y-sus-dudas-sobre-la-pornografia-infantil-20160104-0005.html
[4] Cfr. https://www.youtube.com/watch?v=44bAOs-vryo
[5] Cfr. http://www.lanacion.com.ar/2098195-varios-famosos-respaldaron-a-muriel-santa-ana-luego-de-haber-contado-que-se-realizo-un-aborto

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